OpiniónSociedad

Los jóvenes no son el futuro, son la esperanza

Por Kurt Winkels

Paros universitarios, marchas estudiantiles y tomas de facultades es una pintura que no agrada al gobierno. Este cuadro de situación motivo varias reuniones de la mesa chica oficialista donde el factor común fue el nerviosismo.

El padre de Conan y su banda de oportunistas provienen de una clase social donde les importa poco el bienestar popular. Hacen caso omiso al dolor del pasivo, a la tristeza de un desempleado, a la muerte de un indigente o al drama de una familia sin techo y con chicos pequeños. Les importa nada. Estas fotos publicadas en los portales más hegemónicos, importantes y ensobrados solo transmiten el resultado de un país en decadencia. Todo como consecuencia, al pensar de Conan, de la sumatoria de gobiernos populistas.

Todo es pasado, pero cuando el futuro se impone en los medios el gobierno tiembla. La vieja política hace operaciones, quizás golpes blandos, pero siempre en un contexto palaciego. La juventud es la que arma revoluciones. Nunca un cambio radical extremo fue realizado por un adulto mayor. De ahí el nerviosismo gubernamental cuando escucha en forma repetida en los medios la frase “el mayo francés”.

Esa revolución gala, sesentista, que empezó por un reclamo sindical tuvo el acompañamiento del estudiantado y puso en jaque el gobierno de Charles De Gaulle, un héroe de la segunda guerra mundial. Ese conato de violencia fue exitoso y el gobernante marchó triste a su hogar un año después.

El alterado dijo que “la universidad pública y gratuita no se toca”. Eso marca el estado de la mesa chica. Ellos vienen por la educación pública, la salud y la demonización del estado. “Soy un topo que viene a destruir el estado”, también declaró el cliente del Borda. Igualmente, el estudiantado sigue tomando facultades y reclamando por lo suyo. Es ahora que se acople un nuevo gremialismo y dejar a los gordos de la CGT para que alguna vez hagan una dieta sanadora.

Los tiempos cambian rápidamente. Hoy se habla de inteligencia artificial y de gobiernos anarcos, pero es todo tan artificial que es probable que no se consolide y caiga por su propio peso.
La juventud no es el futuro, es el presente del indicativo, es el aquí y ahora, es ya. Es el mascarón de proa de los jubilados, indigentes, desempleados y patriotas. Hoy patriota no es el que usa la patria para un sello partidario, es el que reclama por la justicia, la solidaridad y aquellos valores que nos hicieron un país distinto. Hoy nos iguala la decadencia y la ignorancia.

Vamos detrás de los estudiantes, recordando el mayo francés por un octubre argentino. ¿No le parece?

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