Algo está por ocurrir y es responsabilidad de todo el que esté en su sano juicio, impedir a tiempo que ruede por tierra o resulte en vano todo lo que hemos soportado conscientemente por más de 40 días el aislamiento masivo obligatorio, y se lleve la vida de unos cuantos.
Un reducido grupo de intolerantes desafectos al orden social y a la sensatez con que se está manejando la pandemia en Argentina -ya referencia positiva para el mundo según la OMS-, ha captado a un número incalculable de seguidores en las redes que, lamentablemente, clasifican por su imposibilidad de razonar, o por una ceguera crónica que les impide ver correctamente las cosas.
El 7M es como denominan a la convocatoria para este jueves, sus promotores por la redes sociales, quienes también invitan a manifestarse en fechas posteriores y con otros motivos todos incoherentes e irracionales, donde se entrecruzan supuestos reclamos tales como el rechazo a la liberación de presos, la negativa a que se apruebe el impuesto a las fortunas mayores del país, y lo más demencial y anacrónico de todo, contra el comunismo, o Venezuela, relato que se emparenta con el discurso manido que usó el macrismo y sigue avivando.
Más allá de que la justicia esté investigando a quiénes son los autores de estos escraches, sigue latente el peligro de que algunas personas mansamente sin criterio para discernir entre lo bueno y lo malo, se dejen llevar como rebaño de ovejas ciegamente hacia la muerte, porque es a eso que los llevan. No olvidemos que entre los mensajes y controversias que se manejan por parte de los opositores al gobierno, particularmente de ese reducto de rabiosos odiadores del PRO- está el contradecir las orientaciones de la máxima dirección el país para incitar a la gente a salir a la calle o juntarse en fiestas y reuniones, para que se “autocontagie”, y así presuntamente quedar inmunizados.
Escuchar que cobre fuerza tamaño despropósito, anula todo el esfuerzo que durante estos meses día tras día han desplegado por los medios de comunicación los científicos argentinos de mayor prestigio, aconsejando a la población que debe guardarse y protegerse, porque es la única vacuna que existe para la humanidad hasta el momento contra el desconocido y letal coronavirus.
De modo que conminar a la ciudadanía a abandonar ese camino de lógica y sensatez, es un delito por las repercusiones que podría traer en la proliferación de casos infectados y muertes principalmente en nuestros mayores de edad.
El fanatismo y la subversión son aliados en este caso del ocio que subyace en quienes dirigen estas operaciones contra el gobierno nacional, manipulando la necesidad lógica y humana de la gente de salir ya del aislamiento y continuar sus labores, sobre todo los empresarios Pymes que sienten con dureza el impacto económico, pero esta necesidad no ha sido desoída, está recibiendo respuesta en las medidas que paulatinamente está adoptando el gobierno para volver a la normalidad, sin que colapse el sistema de salud y corran peligro nuestras vidas.
La colega amiga, Nora Merlín dedicó un capítulo de su libro “La colonización de la subjetividad”, a explicar cómo los medios de comunicación corporativos ( en ellos veo retratados a Clarín, La Nación y sus satélites en las radios y sitios web), están patologizando la cultura, generando la ruptura de lazos sociales, mediante diversas formas se malestar, sentimientos todos negativos como la intolerancia, la segregación, con menajes agresivos y hostiles y teorías conspirativas de sospecha y complot que postulan la existencia de un enemigo, que por general es el adversario político.
Sin mucha vuelta, está clarito que la cuestión de fondo es la revancha política contra el gobierno de Alberto Fernández, y está orquestada desde los reductos del PRO que manejan las redes sociales como hilos de marionetas a su antojo. Si esas protestas o reuniones masivas contra la cuarentena se concretan, ya sabemos dónde están los verdaderos culpables de la curva de contagios y muertes que pueda levantarse.
