Opinión

Que bien que nos desinformamos

Por Gabriel Princip.

Hasta no hace mucho tiempo la información cotidiana del ciudadano llegaba a través de diarios, radios o cadenas televisivas tan solo con la impronta de sus interese particulares. En una palabra, todos sabíamos que línea editorial o de pensamiento tenía cada medio y estábamos prevenidos. Hoy no es así.

La cibernética trajo las redes, estas las fake news y todo terminó en una posverdad que en el barrio solíamos llamar conjunto de mentiras. Para clarificar la idea, muy poca gente se informa en la actualidad. Las mayorías se desinforman a través de redes y medios hegemónicos. Solo se diferencian aquellos programas de radio o tv que contienen cierto contenido. El resto es pura mentira para el control poblacional.

De las guerras ni hablar. Cuando comienza un conflicto bélico la primer victima es la verdad. Tomemos como ejemplo Ucrania. Cuando comenzó la invasión rusa, los medios occidentales suprimieron el canal ruso RT de sus programaciones, porque en uno de sus programas, mostró con todo detalle cómo las televisoras occidentales emplearon imágenes de otras guerras para referir lo que pasaba en los primeros días del conflicto. El dilema de las fake news es que requieren cierta verosimilitud. Y para cuestionar esta no se recurre a la realidad.

La posverdad es el resultado de la mentira televisada. Según el filósofo estadounidense Lee Mc Intire, la posverdad no es tanto la afirmación de que la verdad no existe, sino de que los hechos están subordinados a nuestro punto de vista político. Las mentiras se propagan mucho más rápido que la verdad, según un artículo publicado en la revista Sciencie, las noticias falsas llegan 20 veces más rápido en las redes sociales que en el contacto personal.

Y acá entra a jugar la desinformación. Los medios son tanques de pensamiento que realizan su descarga criminal a la población sin pedir permiso alguno ni declaración de guerra. El genocidio intelectual que realizan no culminó. Las instituciones no se comprometen ni legislan, solo son espectadores pasivos de la muerte de la inteligencia natural por esa razón ya se naturaliza la inteligencia artificial.

El peligro es latente. La solución es aplicar viejas tradiciones con nuevas herramientas. En una palabra, utilizar la cibernética, pero sin caer en la trampa que nos tienden. En la actualidad se verificó que 4300 millones de personas utilizan redes sociales en el planeta, o sea el 55 por ciento de la población mundial. La tarea no es fácil, pero al menos tenemos que dar batalla. Se puede utilizar un celular, pero sin ser adictos. El aparto que posee es la biblioteca de Alejandría, puede darle ese uso o enviar memes y no escapar a la estupidez ilustrada, ¿no le
parece?

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