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Opinión

Sienta precedentes el caso de Lula.

 

Por  Margarita  Pécora  B –

 

No solo en nuestra  región  sudamericana, sino en buena parte del mundo  ha impactado  de forma mayoritariamente positiva,  la noticia de la  anulación  dictaminada este lunes por el juez del Supremo Tribunal  Federal de Brasil, Edson Fachin, de ‘todas las sentencias  contra el ex presidente de la nación y líder histórico del PT, Luiz Inacio Lula Da Silva por el caso Lava Jato.

Lo celebran Integrantes de las fuerzas progresistas y sus líderes perseguidos judicialmente por medio del grosero  lawfare;  mandatarios amigos  le  envían mensajes de felicitación y aliento por las redes sociales,  entre ellos el argentino Alberto Fernández,  y amigos y  simpatizantes  más cercanos se regocijan ante la sola idea de volver  eufóricos a las calles a apoyar a Lula Presidente 2022.

La contracara  del  desbordante  júbilo,  es   el temor que  ha empezado a invadir  a  Jair Bolsonaro y sus seguidores adoradores todos  del libertinaje sin barbijo,  cuesten las vidas que cuesten. Por estas horas ya deben sentir   tambalearse el piso ante una realidad que ni los  lawfare ni las  fake news  han podido impedir,  y es  que se haga justicia y que  Lula  pueda  participar  en los comicios del  próximo  año.

“Celebro que Lula haya sido rehabilitado en todos sus derechos políticos. Se anularon las condenas en su contra que fueron dictadas con el solo fin de perseguirlo y eliminarlo de la carrera política. ¡Se hizo Justicia!”. Esto reconoció   el presidente de Argentina  Alberto Fernández en una nota publicada por Twitter,  momentos después de que la Justicia brasilera confirmara la anulación de todas las condenas a Lula.

Analizando este triunfo  judicial de Lula Da Silva, vemos que  sienta precedentes de alcance insospechado. Si seguimos el mismo hilo conductor de la trama  de persecuciones y  causas armadas contra los líderes   de la década progresista  de la región, es fácil  comprender  que esta anulación de causa puede servir de espejo  a otros  líderes que aún  siguen sometidos  de  manera injusta  a este esquema de persecución judicial , como es el caso de Cristina Fernández de Kirchner, hoy vicepresidenta  argentina,  y Rafael Correa, por citar sólo casos.

No olvidemos que  el lawfare  está en marcha en Suramérica  apoyado por los medios hegemónicos, y que la inhabilitación política la usan contra quienes pretenden rescatar la soberanía de sus pueblos y son las principales víctimas de esta modalidad de guerra jurídica.

¡Quién no sabe que la mano  negra de Estados Unidos  ha estado detrás de todo este  armado, buscando desestabilizar a los gobiernos progresistas. Nada fue más grosero que  la destitución de la presidenta brasileña Dilma Rousseff, en 2016, por un golpe parlamentario. Cristina estaba en la lista de los condenados a muerte política, o cuanto menos,   encerrados tras las rejas, solo que con la Kirchner no  han podido.

Entre los precedentes que sienta  esta victoria  judicial  de Lula, está justamente la evidencia  de que  estos líderes, Cristina, Dilma, Rafael Correa, y Evo Morales, víctimas del mismo aparataje judicial-mediático de la derecha,  deben ser  liberados de todos los cargos que les imputan y que son  abiertamente  producto de esa  misma guerra judicial.

Una a una se van cayendo las causas  contra Cristina, la ultima   del ‘Dólar futuro” es una de las tantas  farsas, como la de los  ‘Cuadernos’,  buscando el mismo fin  de  esmerilar  la  imagen de  una líder de gran talla política y por tanto, demasiado fuerte  para  los enemigos.

¡Quién  desconoce  cuántas  atrocidades  ha sufrido  y aún padece   la hoy    presidenta del Senado de la nación por esa maquinaria vil movida por control terremoto desde Washington, en cuyo engranaje  ha estado  el   cipayo  Mauricio Macri, calificado como uno  de los peores gobernantes en la historia argentina!  El se prestó para   la opereta, aprovechando  que tenía  el control del Poder Judicial y los Medios  concentrados  bajo la égida de Magnetto,  y   han sido innumerables  los actos  de acoso, allanamiento  de propiedades y otras medidas injustas y sin pruebas contra la hoy vicepresidenta de la nación.

Pero los hilos  de los títeres  no se mueven solos; son  manejados por los estrategas de Washington obcecados por recobrar la influencia perdida en los países latinoamericanos  ricos en petróleo como Venezuela, o en granos y carnes como la Argentina,  y para  impedir la presencia negociadora de Rusia y China. Fue así que pusieron en práctica el llamado proceso de judicialización de la política, tras el consenso de que la corrupción es un problema fundamental en América Latina.

Esa fue la premisa manifestada por instituciones financieras internacionales y agencias del gobierno de Washington, promotoras del llamado Ajuste Estructural del Estado en los años 90, mientras en el subcontinente triunfaban, uno tras otro, gobiernos inclusivos y con una visión diferente de la política. Este esquema de “guerra jurídica asimétrica” es la vía utilizada para atacar gobiernos, fuerzas políticas y líderes de izquierda en América Latina, cuyos magistrados en su mayoría están formados en escuelas judiciales asentadas en Estados Unidos.

Todo lo anterior nos conduce  a una reflexión: que puede sonar proverbial:  y es que  la justicia puede tardar, pero  llega y  puede aparecer multiplicada por el efecto de reflejo  para liberar del  lawfare de una vez por todas,  a  los líderes  que , como a  Lula  han querido  extinguir.

 

 

 

 

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