Jannah Theme License is not validated, Go to the theme options page to validate the license, You need a single license for each domain name.
Opinión

Guaidó tras su minuto de fama, ahora un “Juan de los palotes”

Por  Margarita  Pécora  B. –

 

Juan Guaidó:  ¿Les suena el nombre?¿alguien lo recuerda?  Se llama realmente Juan Gerardo Antonio Guaidó Márquez​​,  pasó  de ser diputado nacional por el estado de La Guaira,  a convertirse  en el presidente de la  Asamblea Nacional  de Venezuela y luego autoproclamado presidente interino, del país  cuyas  riquezas petroleras  en la faja del Orinoco son las mayores  reservas probadas del mundo.

Hasta acá todo  iba a bien, incluso cuando  destacó por sus  expresiones opositoras contra la política  del gobierno de Nicolás Maduro,   que eran aceptadas como expresión viva de la democracia  ejercida por  el joven  formado en la Universidad George Washington, privada, mixta y laica, con sede  en Washington D. C.

Pero a Juan se le empezaron a subir los humos a la cabeza, y cuando  alzaba su voz en el Parlamento,    las venas del cuello se le inflaban;  entonces  probó a  vociferar, a sabiendas que muchos ojos  se posarían sobre su  figura y   elogiarían sus dotes de “gallito de pelea”;   a fin de cuentas,  era lo  que  él buscaba, ¿no?, ser descubierto por los  grandes productores   del  escenario político  de la potencia imperialista donde se formó como  abogado. Hasta que  llegó el día  en que Juan hizo un pacto con el diablo y le vendió su alma…

La inteligencia norteamericana, le echó el ojo y el guante:  Juan Guaidó era el hombre  ideal para fraguar el golpe  “suave”,   esa alternativa a los golpes de Estado militares  que se utilizaban  hasta la década de los ’90, y  que recorre tres fases:  la primera,  era crear una matriz de opinión negativa sobre  Venezuela, deslegitimizar  del gobierno de Maduro,  calentar las calles con las guarimbas  organizando   marchas  y tomas de instituciones,  para llegar finalmente a la caída del gobierno mediante una intervención extranjera o una guerra civil prolongada. Cosa que, obviamente   no consiguió.

Así nació el títere  con hilos manejados desde la Casa Blanca para  una fracasada  acción destituyente. Así  cobró vida el personaje  que   tuvo su minuto  de fama  cuando  se autoproclamó  presidente   de la República bolivariana de Venezuela   y  recibió el apoyo directo  de la Administración del presidente de EE.UU., Donald Trump   y del  desprestigiado  Grupo de Lima que trabajó incansablemente  para convencer a  54  países  que   apoyaran  a  Guaidó  cuando  se autoproclamó el 23 de enero de 2019 como presidente interino. Entre esos países, Brasil, Colombia y Argentina  con Mauricio Macri, entonces a la cabeza. Sí, el  mismo Macri que  ahora recibe en París el rechazo de los argentinos   que piden declararlo persona no  grata.

Como contracara, Nicolás Maduro, quien reivindica la legitimidad de su elección, cuenta con el respaldo de potencias  como Rusia, China, Irán, Turquía, además de Nicaragua, Bolivia, Cuba entre otros.

Pero  ¿qué está buscando exactamente  Estados  Unidos en Venezuela: ¿democracia o petróleo? Es la pregunta que todos nos hacemos. Para los Medios, busca  con  esta crisis,  lograr la restauración  de la democracia en Venezuela,  sin embargo para  el gobierno de Maduro, la causa  tiene ambiciones  imperiales de  adueñarse del control del país con las  reservas probadas de petróleo más grandes del mundo.

Una confesión de Jhon Bolton, el ex consejero de Seguridad nacional de EE.UU que hoy dice que Donald Trump  es “un presidente amoral” confirmó  que el golpe que se busca en Venezuela,  es petrolero,  y textualmente sostiene:  “haría una gran diferencia económica para Estado Unidos, si conseguimos que empresas estadounidenses  inviertan y participen en el desarrollo  de las capacidades petroleras de Venezuela (…)”. Recordemos que Estados unidos ha sido el principal comprador de petróleo venezolano,  de ahí la dura resistencia que está  enfrentando  Maduro para mantenerse en el poder.

Pero el opositor Juan Guaidó  quien realizó  incontables  viajes secretos a Estados Unidos para preparar el intento de golpe de Estado en Venezuela  con el apoyo de Colombia y Brasil,  fue descartado  por  el imperialismo, como suele hacer con todo lo que ya no  le sirve a sus intereses.

Pronto  se llegó a saber  que Juan metió  la mano donde no debía:  Desde el Palacio de Miraflores  le exigieron al diputado Guaidó y a los dirigentes de la oposición venezolana, rendir cuentas sobre los casi 467 millones dólares que les había otorgado la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) desde 2017.

De fracaso en fracaso, la oposición  venezolana con un Guaidó   apagado y  cuestionado  ahora por corrupción,    no tiene otra que seguir haciendo intentos  de derrocar al gobierno del presidente Nicolás Maduro y de asaltar el poder que  continúa al mando.

Se desinfló el  títere bullanguero  que  había elegido la Casa Blanca. Ahora  a Juan Guaidó o “Juan de los palotes”, solo le queda  intentar socavar  las elecciones parlamentarias del  próximo  6 de  diciembre,  como un último esfuerzo del bloque de detractores del chavismo, para  desestabilizar, y sacar a  Maduro del poder.

 

Mostrar más

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba