Opinión

No hace mal

Por Inés Perado.

El gobierno anarquista argentino es único en el mundo. Su formato, su desarrollo, sus integrantes y su objetivo es suigéneris, pero son tan originales como perjudiciales para sus representados.

Todo lo que sea estatal estatal lo consideran perverso y criminal. Pero todos viven del estado. Su vocero se duplicó el sueldo y el rango al mismo tiempo que repite como loro que no hay plata, pero si libertad. Además, acomodó a amigos y hermano. La hermana del presidente está armando la boleta para la próxima elección, pero todavía no sabe si el padre de Conan completará el mandato.

Mientras destrozan el país el argentino es testigo de las numerosas internas palaciegas. Que Marra es despedido, que es reemplazado, que vuelve a su puesto. Que la novia se alquila, que vence el alquiler. Que viaje en aerolíneas o en el tango, que se arrodilla ante la Otan o tan el empresariado foráneo, pero siempre se arrodilla y así todos actos individuales, anarquistas y de disolución nacional. Mientras los acontecimientos suceden, el país no arranca, pero el estado paga sus errores al margen de que es criminal e inservible.

De todas maneras, parte de la sociedad argentina cayó en la trampa de creer que el estado es perverso y que se debe pagar cualquier cosa a cualquiera y esto no es así. La universidad gratis no da perdida. Sirve para formar profesionales que en su mayoría trabajarán para el país, aquellos extranjeros que asisten a sus facultades gasten sus dineros en alojamiento, gastronomía y turismo interno.

La Uba es la quinta universidad en prestigio, pero hoy no enciende la luz ni tiene presupuesto porque a alguien se le ocurrió arruinarla. Incluso sus detractores fueron alumnos y profesores de esta casa de estudios.

Los servicios en cualquier país desarrollado son accesibles y sirven para que la industria no caiga y no se corte el consumo. Hoy se utilizan para quebrar empresas y comercios. El habitante común y corriente declarará persona no grata al cartero que le tare la cuenta de gas. Incluso en el primer mundo se subsidia el gas y la electricidad, aquí no porque el estado es criminal y los argentinos son ricos.

El plan social sirve para no cortar con el consumo y es un engranaje del capitalismo. Existe en todo Europa, pero acá es mala palabra. Eso sí se extienden planes para que la clase media pueda pagar el colegio privado. El voucher no le sirve al colegio, tampoco al cliente y la educación, bien gracias.

El aumento en el trasnporte permitió el retorno de la tracción a sangre en el interior. Quizas vuelva en el territorio porteño. En Atenas, Madrid, Roma y parís existen transportes gratis, acá son aptos para la oligarquía.

El aumento en gastronomía y entrenamiento solo determinó que menos gente consuma y que comiencen a cerrar bares y teatros. La cultura no es ausente al anarquismo. No se compran libros, no se filma y aumenta la desocupación.

Mientras el drama ocupa la atención de cada habitante el poder legislativo solo se pelea por cargos y dietas. La CGT agenda paros para la cumplir con la foto y la corte suprema ya no da vergüenza, no dá. La sociedad entera ni siquiera tiene la densa de la religión, evangelistas colaborando con el gobierno, judíos obteniendo ganancias de la locura presidencial y católicos que dejaron de asistir a misa porque ya no creen en una iglesia que solo está presente para el lucro.

Ante este terrible panorama al argentino le queda una solución, la lucha en todos los terrenos y la protesta para que este gobierno termina lo más rápido posible. Pero primero debe entender la sociedad todo que una educación, salud y vivienda gratuita no está mal, es una obligación estatal sino cual es el valor de los impuestos, ¿no le parece?

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