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Mundo

Cumbre climática 2021: Impostergable ir a la reducción, mitigación y adaptación.

Por Margarita Pécora   –

La celebración del Día de la Tierra no debería ceñirse a un día específico  de  cada año por más simbólica que  resulte la efemérides, porque la gravedad  del problema medioambiental  que sufre el planeta y que  conocemos como  “cambio climático”,  está haciendo metástasis cada  minuto que transcurre. Todos los días deberían ser “de la Tierra”, para recordarnos desde que nos despertamos  que  tenemos el deber impostergable  de recuperar  cada  partícula de los cuatro elementos que nos mantienen con vida: agua, tierra, fuego y aire.

Durante la cita virtual de jueves y  que continúa este viernes por el Día de la Tierra, Biden habló ante los 40 líderes extranjeros invitados, entre ellos el chino Xi Jinping, el ruso Vladimir Putin, el brasileño Jair Bolsonaro, el argentino Alberto Fernández y también el papa Francisco. El presidente ruso Vladimir Putin fue,  al parecer, el que  puso el acento en tres  acciones básicas:   reducción, mitigación y adaptación, cuando dijo: “es obligatorio que logremos una cooperación internacional fuerte para lograr una reducción, buscar nuevas tecnologías para la mitigación y la adaptación” al cambio climático.“El desarrollo no debe ser solamente verde, debe ser sustentable”, agregó el mandatario.

Más allá de los intentos que se le atribuyen a Estados Unidos y a su nuevo presidente Joe Biden de  restablecer el liderazgo del país con este tema,  lo cierto es que  líderes políticos  a escala mundial  han respondido a  la convocatoria  a esta cumbre virtual,    lo cual confirma la preocupación  de los 40 jefes de estado que representan las mayores economías del mundo por el  problema que está marcando una cuenta regresiva para la vida de todas las especies en nuestro planeta.

 Para la administración  Biden, por supuesto que la iniciativa del evento  marca  una diferencia  ventajosa sobre  su predecesor Donald Trump quien dio el portazo de EE.UU.  al Acuerdo de París  dirigido a disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero, a pesar de ser Estados Unidos  el segundo mayor emisor  de  estos gases, después de China,  y que la   contaminación del aire en  ese país, según un estudio reciente, revela que 4 de cada 10 estadounidenses respiran  un aire  muy poco saludable.

Ello  le confiere un compromiso moral  aún mayor  y que Joe Biden ha tomado como eje  prioritario de su agenda, para promover este debate  y  sensibilizar a discutir  el cambio climático  que está indisolublemente ligado  al desarrollo económico  de todos los países. 

Por eso  resulta ineludible que se tracen metas climáticas al  2030 y  2050 para reducir  emisiones de gases  efecto invernadero. De hecho  ya   EE.UU. anunció que se propone  reducir  sus emisiones a la mitad en el  2030, y ayudar al mundo a hacer frente al cambio climático.

Por supuesto que los gobiernos de   A. Latina y el Caribe  participan también de estos desafíos por lograr   la sustentabilidad ambiental,  más aún   ante  el duro azote de la pandemia  del Covid- 19. Por suerte ya   se están  viendo señales de que se va a  construir una economía climática que incorpora los riesgos  del cambio climático   considerando  los límites planetarios  a la hora de diseñar proyectos de desarrollo económico en rubros  de  fuerte impacto  como la minería, la pesca y la explotación de los bosques, entre otros.

El Acuerdo  de Escazú es una muestra de esa respuesta para poner como prioridad  el respeto al medio ambiente. Dicho acuerdo  establece estándares mínimos para el ejercicio de los derechos a la información, la participación y la justicia ambiental y en la gestión de recursos naturales,  todo  ligado al ejercicio de los derechos humanos fundamentales como son el derecho a la vida, a la integridad y a la salud.

Todos los países de la región deberían velar  y respetar  el Acuerdo de Escazú, en particular  Brasil,  la nación que más  bosques primarios perdió en  2020.  Hay una crisis de biodiversidad y climática, y hay que proteger los ecosistemas. El retroceso es Brasil con la pérdida de  bosques  y el impacto sobre quienes dependen de esos ecosistemas,  es muy negativo y hace imprescindible revertir esa tendencia y que Brasil  respete más  sus ecosistemas que sustentan el desarrollo.

El tema de la  explotación minera es un gran desafío  también para la región, se da en varios puntos de Latinoamérica y requiere mejores medidas y reconversión de quienes están abocados a esa  actividad económica. La ida del planeta  está en cuenta regresiva. ¡cuántos desastres naturales más  hacen falta para que nos demos cuenta de que hay que levantarse todos los días  a salvar la Tierra!

 

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