Había una vez un país, en el nuevo continente, colonizado por ladrones, violadores y asesinos, que asesinaron 25 millones de pueblos originarios, en toda América Latina. Esclavizaron y mataron a hombres y niños, y violaron a las mujeres. Servían a la Monarquía Española y a la Iglesia Romana.
Este país se llama ARGENTINA, que se fundó por la valentía de gauchos y caudillos, que regaron con su sangre el suelo de nuestra amada Patria.
Hombres y mujeres llenos de patriotismo puro, que no escatimaron absolutamente nada, ni siquiera la vida. La libertad se logró con tacuaras y sables, esas fueron sus banderas.
Pero empezó a padecer cuando aparecieron los políticos democráticos y los militares genocidas, y se creyeron los dueños de la Nación. Los milicos usaron la esclavitud de pensamiento, las torturas, las desapariciones y la muerte. Los democráticos, quitando honrosas excepciones, la usaron y la usan para realizar enormes negociados, olvidando por sus miserias personales y avaricias descontroladas, al pueblo. La necedad y la hipocresía, son sus «atributos» principales.
Vociferan a favor del pueblo, pero les falta corazón y se olvidan que el General Perón dijo: “EL PUEBLO ES LO MEJOR QUE TENEMOS Y MI ÚNICO HEREDERO” AL QUE LE QUEPA EL SAYO QUE SE LO PONGA…
El verdadero pueblo algún día seremos gobierno, y entonces nunca más existirán los pobres y nuestra Nación, resurgirá de sus cenizas, como el Ave Fénix.
