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Ignorantes-Por Gabriel Princip

El filósofo Ortega y Gasset, en rueda de prensa antes de partir hacia Europa, definió la pregunta de un periodista sobre qué opinaba de la Argentina. El español contestó: “Mi opinión es que si descomponemos en un anagrama la palabra Argentinos dará mi pensamiento, o sea ignorantes”.

Cuando se analiza el actual gobierno con absoluta frialdad y objetividad el imperio periodístico observa una fuerte dosis de ignorancia en el manejo político de sus componentes, especialmente en su conductor. La desidia técnica y la mediocridad en sus hojas de vidas son dos componentes más que colorean una formación neoliberal solo capacitada para el empobrecimiento nacional.

Pero ser ignorante no solo significa que no tiene conocimientos mínimos, también se enrola en esta causa aquel que no escucha, que no consulta y que no busca el consenso para determinaciones que hacen al día a día de los habitantes de una nación.

Albert Einstein dijo alguna vez: “Todos somos muy ignorantes, lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas”. Quizás por ahí pasaba Garay, digo, para justificar el modelo liberal que hace agua por donde se lo mire.

Oriana Fallaci en su última visita a la Argentina dijo: “No se puede gobernar, no se puede administrar con un  ignorante”.

Y uno tiene que entender que la derecha carece de sabiduría para pensar bien. La apreciación es porque no se puede creer que declaren la muerte a la pobreza al tiempo que se aburren de despedir gente. Tarifazos por doquier al tiempo de cortes programados, alegran la vida del rico para entristecer al pobre y utilizan los medios para que la revolución de la mentira se consolide.

Claro si uno piensa bien, cree que son ignorantes. Aunque la historia quizás pase por otro lado. Y pensar mal sea el camino correcto. Pensar en corrupción, en robo, en mentira, en hipocresía, y en esa cadena de conceptos que se conoce para llegar a la infelicidad del pueblo.

“El que no conoce la verdad es simplemente un ignorante, pero el que la conoce y la llama mentira, ese es un criminal”, dijo Bertolt Brecht. Quizás la frase que califique al gobierno en su real dimensión.

Hoy el ejecutivo solo piensa en el pueblo como elemento decorativo  de sus grandes negocios. La alianza con los medios le da permiso a Macri para que su discurso  sin contenido domine las primeras planas. Eso sí, con desinformación, desconocimiento y mediocridad.

Por eso hay que escuchar, pensar, debatir, reflexionar y reclamar. Sin olvidarnos que una información mal dada es un asalto a mano armada y que la mediocridad siempre es hija legitima de la corrupción.

 

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