Opinión

¡Se despertó la fiera y ya puso a temblar a la injusticia!

Por  Margarita Pécora B.  –

Este 24 de marzo es definitivamente distinto a los anteriores. Después de dos años hibernando por una pandemia, y otro  año más  aletargado, a la espera de  que la  nave  que  gobierna tome altura y estabilice el vuelo,  cosa que lamentablemente aún no sucedió, la fiera decidió interrumpir su sueño,  se desperezó y ganó la calle.

Rugiendo como león hambriento de justicia,  el pueblo argentino ha decidido   formar un impetuoso  río humano,  capaz de  desbordar  las arterias de la Capital  Federal y romper  las barreras  del sonido con   enérgicos golpes de tambor que traducen bronca,   y reclamo a voz en cuello por  una democracia que mucha sangre  le costó conseguir, y ahora  ha visto  brutalmente  restringida.

Más allá  de la tradicional conmemoración por  el Día nacional de la  Memoria por la Verdad y la Justicia, este 24 de marzo cientos de miles de argentinos/as  , han salido a mostrar  que son un pueblo  vivo, que  conserva intacta su memoria histórica, y  que sabe  defenderla. ¡Se metieron con la fiera,  subestimaron  su instinto animal, y ahora no  hay quien la pare.

Un poder Judicial, representado por un  puñado de rufianes  que convive impune con el poder real,   abusó de la paciencia de ese pueblo que creía anestesiado,  y se lució  inventando causas judiciales  contra Cristina Fernández,  junto con torturas sicológicas y condenas  injustas, al punto de  resucitar   la  proscripción , con la que otrora,  hicieron padecer  también al peronismo de Perón.

Solo que  este poder judicial  y el mediático  aberrante que lo  secunda,  ausente como está  de principios   y de valores patrióticos,  no calculó que  Cristina, hace rato dejó de ser  la  mujer  que llegó  a La Rosada y pasó allí dos mandatos;  para convertirse en lo que es hoy, expresión  genuina del pueblo que vivió  la década más feliz que  recuerde, porque recuperó derechos, dignidad, el respeto por los derechos humanos, conforme a un modelo  nacional y popular que  se ocupó de erradicar la indigencia y bajar la pobreza, entre muchos cambios que una derecha neoliberal acechante  del poder, les quiere arrebatar.

Los cortesanos del Poder judicial  lamentaron  el disparo fallido de un  asesino que gatilló en la cabeza de Cristina. El magnicidio   fracasó, y han decidido multiplicar  su hostilidad  con el dictado de   una sentencia injusta.   Estos  jueces  en  el bando  de los que odian y deshacen, creyeron que la líder más sobresaliente de las últimas décadas en la Argentina y probablemente en América Latina,  estaba derrotada y tristemente sola.  Pero se  equivocaron.

Hay un fuerte clamor popular no solo apelando contra la ignominiosa condena  a Cristina, sino pidiéndole que vuelva, que  regrese a seguir produciendo  bienestar para este pueblo que no olvida a sus 30 mil desaparecidos,  y sigue bregando por la restitución colectiva, para recuperar una  parte mutilada de la identidad  popular.

Este es un pueblo que no olvida la dictadura que le produjo miles de desapariciones, asesinatos, torturas, violaciones, apropiación de menores, exilios forzosos calificados como  genocidio. Y no pierde de vista que todo ocurrió con el apoyo y tolerancia  de medios de comunicación privados y grupos económicos que quisieron eliminar cualquier intento de disputarles el poder. Pero el poder lo tiene el pueblo.

Este 24 de marzo por eso  es distinto,  aunque  no  está en ese río humano la  figura entrañable  Hebe   de Bonafini,  que en una fecha como esta  le estaría cantando las 40 a la derecha salvaje; sin embargo, hay quienes aseguran haber visto a Hebe fundida en  los nudos de los pañuelos que llevan Madres y Abuelas,  en la mano  del trabajador y del militante, que aprieta con furia el cartel contra la injusticia, o en el Cura villero que fue a la marcha y encontró en  un  ayuno  por varios días, la forma de reclamar por  los empobrecidos de la Patria  y de protestar porque  8  de cada 10 genocidas  aún están fuera de las cárceles.  Y todo porque  lo que más atenta contra nuestra democracia, es este  Poder judicial  que convive  impunemente con el poder real, y que  descaradamente en Lago Escondido  se junta y protege a  un magnate inglés  que amplía su dominio arrebatándole el derecho a los argentinos.

Un día distinto es el  de hoy, porque  despertaron a la fiera, y  no hay quien  impida su camino hacia  los Tribunales, a exigir la renuncia de las hienas  de  la Corte Suprema que  avergüenzan  a la Patria argentina.  Hoy es posible, porque  cuando un pueblo  enérgico y viril reclama, ¡la injusticia tiembla!

 

 

 

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