Opinión

Rúbricas entre bombos y platillos pero, ¿Palestina dónde está?

 

Por  Margarita Pécora   B.   –

Este lunes, entre flashes y discursos, Donald Trump encabezó en Egipto la firma de un acuerdo de paz junto a líderes de Egipto, Qatar y Turquía para poner fin a la guerra en Gaza. El evento fue presentado como un hito histórico, el cierre de una etapa sangrienta y el inicio de otra más estable. Pero detrás del espectáculo diplomático, hay una ausencia que grita: el plan no contempla la creación de un Estado palestino.

El documento firmado incluye cese del fuego, intercambio de rehenes y una conferencia internacional para la reconstrucción. También prevé el diseño de un mecanismo para un gobierno interino palestino, con participación internacional pero bajo liderazgo local. ¿Eso es un Estado? No. Un Estado implica soberanía plena, fronteras definidas, reconocimiento internacional y capacidad de autogobierno sin tutela externa. Lo que se propone es una administración transitoria, limitada y condicionada.

Desde Dusambé, Vladimir Putin lo dijo sin rodeos: “Sin Estado palestino no habrá paz duradera”. Rusia solo respaldará el plan si incorpora esa condición esencial. Para Putin, la paz no puede construirse sobre treguas frágiles ni administraciones impuestas, sino sobre reconocimiento político y garantías institucionales sólidas. Su postura interpela directamente al plan de Washington, que muchos ven como una fórmula impuesta más que negociada.

Mientras tanto, las facciones palestinas han rechazado cualquier forma de tutela extranjera en Gaza. Exigen que el futuro del enclave sea decidido por los propios palestinos. Y organizaciones humanitarias advierten que el enfoque punitivo hacia Gaza podría perpetuar las tensiones en lugar de resolverlas. El plan de Trump detuvo la guerra, sí, pero dejó abierta la pregunta clave: ¿puede haber paz sin reconocer plenamente a Palestina como Estado?

Aunque el plan de paz fue presentado como un avance histórico hacia la estabilidad regional, ha generado fuertes contrapuntos.   Algunos  Críticos señalan que  impone condiciones asimétricas, exige el desarme unilateral de  la resistencia palestina  sin garantías equivalentes para los palestinos, y  refuerza el control israelí sobre aspectos clave del territorio.    Además, la propuesta de elecciones supervisadas y la reconstrucción liderada por EE.UU. despiertan sospechas de injerencia externa.

Al Sisi anunció que Egipto trabajará con Estados Unidos y otros socios para sentar las bases de la reconstrucción de Gaza, incluyendo una conferencia sobre recuperación inicial. Trump, por su parte, destacó que la ayuda humanitaria ya está en marcha, con cientos de camiones cargados de alimentos, medicinas y suministros esenciales financiados por los países presentes en la cumbre.

El acuerdo contempla la reactivación de los sistemas de salud, educación y energía en Gaza, pero “no solo de pan vive el hombre”… Esta frase, que proviene de las Escrituras, nos recuerda que el ser humano necesita mucho más que alimento físico para vivir plenamente. Necesitamos también sentido, dignidad, justicia, libertad, afecto, cultura, verdad.

En tiempos de crisis o conflicto, como los que atraviesan tantas regiones del mundo, esta idea cobra aún más fuerza: no basta con sobrevivir, hay que vivir con propósito y humanidad.

Como dice el viejo proverbio árabe: “Quien decide por ti sin ti, lo hace contra ti.” Y en este acuerdo, firmado entre bombos y platillos, los palestinos siguen siendo extranjeros en su propia tierra.

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