Opinión

NÚMEROS QUE DUELEN

Por Wally Crock.

Con la mira en no dispersar la atención en números, o mejor dicho, en palabras que se evaporan mientras las digo. El eje central es la decisión política y las magnitudes de las decisiones.

Esta semana tomó fuerte repercusión las maneras que se llevan a cabo con las segmentación de tarifas. En Bases para la Reconstrucción Nacional, Raúl Scalabrini Ortíz, escribió “cuando usted no entiende una cosa, pregunte hasta que la entienda. Si no la entiende es que están tratando de robarlo”.

¿Por qué sucede esto?

Flavia Royón, la secretaría de la estratégica área de Energía, (y oriunda de la única de las tres provincias que ni siquiera tienen una norma distrital para la explotación de Litio, Salta) dijo que el ahorro fiscal por la quita de subsidios será de $47.500 millones en el 2022.

En primer lugar, cumple con el pedido del Fondo para recortar subsidios sin embargo un impacto acotado para lograr el objetivo de una meta de déficit primario. Mientras se le pide la poda del 2,5% del PBI. Con esta norma sólo se alcanza el 0,06%.

Entonces el costo político es mayor que el económico. Ante un delicado contexto social se le suben las tarifas y eso no significa ni siquiera estar cerca de aumentar las arcas. Es más bien un gesto.

Hacia el Fondo, hacia los agroexportadores que pese a la sonrisa gardeliana del super Sergio aún no llegaron, y también hacia el pueblo que es quien en mayor medida o en menor porcentaje paga las boletas.

A esto hay que sumarle que si bien $47.500 millones es poco para el déficit al cual se comprometió el Gobierno, quien rubricó el acuerdo fue el pausado Martín Guzmán quien inicialmente preveía un ahorro de $15.000 millones. Es decir que este ajuste es tres veces más grande que el que propuso el ex ministro, alumno de Stiglitz.

Al ser progresivo, se estima que recién el año que viene se verán avances significativos en el ahorro. Pero el 2023 coincide con el año eleccionario. Ajustando como hasta ahora, no se cumplen las metas y el Fondo puede ponerte en Default a meses de los comicios, si se ajusta más presentarse sería testimonial.

Sergio Tomas de Tigre se juntó con la mesa de enlace esta semana y según lo publicado por La Nación les prometió que no se presentaría para Presidente el año próximo. También brindó un discurso en el Consejo de las Américas, en donde contó la anécdota de un llamado que recibió de un líder de la oposición brindándole su apoyo, pero que también le pidió que no diera su nombre porque en la interna le jugaba a su favor ser uno de los halcones que cortaban todo tipo de diálogo con el Gobierno.

Lo hizo días más tarde que Elisa Carrió incineró todo un sector del espacio que ella tejió con su socio Mauricio Macri. Curiosamente le pegó a todos los que ella dice que son amigos de Massa, menos a Rodríguez Larreta y Santilli quienes son confesos amigos de Massa. ¿Esto significa que juega para ellos? Pareciera más un acto de poder, o un mensaje para el alcalde porteño, viendo el potencial de la chaqueña, que denuncia negociados, como amantes por igual, es mejor tenerla de amiga que de enemiga.

Y por último, Massa comentó que el desempleo bajó 0,3 por ciento y se ubica apenas dos puntos y medio por encima del pleno empleo.

Basta tener en cuenta que en el 2015 cuando el trabajador argentino era de los mejores pagos de la región, el salario mínimo vital y móvil era de $5.588 lo que significaba a dólar oficial un ingreso de 634 dólares; y hoy el mínimo está en $47.850 lo mismo que 335 dólares.

Con lo que se pagaba un empleado en Argentina hace siete años, hoy se pueden tener dos. Eso, y que por ejemplo, la de la ganancia cada vez es menor explica porqué Pablo Moyano en la marcha de la CGT dijo “Presidente ponga lo que hay que poner y lo vamos a apoyar” cuando estamos tan cerca del pleno empleo.

John Stuart Mill, de procedencia liberal por cierto, aseguraba que “ningún problema económico tiene una solución puramente económica”.

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