Y para salir a un entorno real, el país asiático ha presentado un ambicioso plan para crear la primera zona urbana amiga de los robots. Este será una especie de distrito, llámale barrio, donde los androides podrán practicar en condiciones reales y no solo en laboratorios controlados.

Lo primero que habría que decir es que el proyecto se desarrollará en la localidad de Shenzhen, una de las poblaciones más vanguardistas de China. El anuncio, que hemos conocido a través del medio China Daily Brief, se ha llevado a cabo en la reciente Conferencia de la Industria de Inteligencia Artificial y Robótica del Gran Área de la Bahía Guangdong-Hong Kong-Macao.

Desgranando ese curioso apodo de 1+1+N, sabemos que el primer uno hace referencia a ese gran centro de entrenamiento de robots inteligentes, que será el epicentro técnico y de coordinación. El segundo uno se corresponde con la primera zona de demostración de Shenzhen, que será ese barrio donde seres humanos y androides convivan.

Por último, la N agrupa a la red de centros secundarios que estarán repartidos por otras ciudades y otros barrios, y que estarán especializados en escenarios más concretos y que estarán conectados entre sí. ¿Y qué significa esto en la práctica? En lugar de utilizar simulaciones, los robots podrán vivir situaciones que deberán resolver en tiempo real.

Ya sea que estén cruzando la calle, que haya que atender a una persona o que haya que moverse por el interior de un edificio, estas acciones servirán de aprendizaje diario. El objetivo es acelerar su madurez tecnológica y comprobar qué es lo que funciona y qué es lo que deja de hacerlo cuando la teoría se convierte en realidad.

En este contexto, las autoridades chinas ven a esta red de entornos como infraestructuras clave para el sector de la robótica humanoide. Ya no solo se trata de entrenar androides, sino también se trata de crear un ecosistema donde empresas e instituciones compartan recursos, datos y problemas reales.

Esos centros secundarios, de los que te hemos hablado anteriormente, se encargarán de problemas concretos, como el uso de robots en fábricas o en servicios públicos. Todo lo que aprendan se enviará al centro principal para mejorar el entrenamiento general de las máquinas.

EL FUTURO DE LA ROBÓTICA SE ABRE PASO EN LA PROVINCIA DE GUANGDONG

Ahora mismo, la provincia de Guangdong se ha convertido en uno de los grandes motores del país en inteligencia artificial y automatización. Está repleta de fábricas, produce a gran escala y ofrece entornos reales muy variados. Y esto es perfecto para probar nuevas tecnologías fuera del laboratorio.

El respaldo político, por otra parte, es realmente fuerte. En marzo de este año, la provincia lanzó un plan con doce medidas para acelerar el desarrollo del sector, entre las que se incluían ayudas a tecnologías estratégicas, más espacios para probar robots y la creación de centros de innovación, además de fondos específicos.

Se sabe que algunos proyectos podrían recibir hasta 7 millones de euros de dinero público. Y hay otros números que no mienten. En 2024, la industria de la IA de Guangdong movió alrededor de 31.000 millones de euros, alcanzando los 32.400 millones en los diez primeros meses de 2025.

Ahora, esta provincia fabrica más del 40 % de los robots industriales del país y cerca del 80 % de los robots de servicio, con lo que te puedes hacer una idea de cómo está liderando el sector. Y esas máquinas, aunque ya se utilizan en fábricas, hospitales, centros comerciales o espacios públicos, aún están pensadas para funciones muy específicas.

El salto a los robots humanoides es un reto mayúsculo, dado que la idea es que sean capaces de dominar varias tareas. Además, algunas empresas, como es el caso de Unitree Robotics, han lanzado una tienda de aplicaciones para sus robots, desde la que se pueden añadir funciones o controlarlos desde el teléfono. Y este es el futuro: robots que se actualizan, se adaptan y se conectan entre sí.

En definitiva, el plan de Shenzhen y Guangdong va más allá de fabricar máquinas avanzadas. Lo que se busca es que los robots formen parte del día a día y comprobar cómo se comportan cuando se enfrentan a situaciones reales. Si la experiencia sale bien, se podría demostrar que los androides, como nosotros, aprenden mejor cuando pisan la calle y se enfrentan a lo inesperado.