Por Gabriel Princip
Zoncera setentista era el mensaje mediático de la dictadura: “Achicar el estado es agrandar la Nación”. El proceso tuvo una consigna económica que fue el enriquecimiento de la oligarquía y el empobrecimiento de las capas medias y bajas. En lo político, la idea era eliminar el peronismo. Para eso, había que seguir destruyendo las bases con el concepto desaparecido en la violencia cotidiana y aumentar la desocupación despidiendo empleados estatales. Achicar el estado.
El proceso de des organización nacional conducido por Mauricio Macri aplica criterios similares a sus amigos los uniformados. La grasa militante y el ñoqui fueron sus inicios en el gobierno para la destrucción del estado. Desocupación, inflación, recesión y persecución son las palabras justas para seguir la ruta.
Pero para redondear la idea, el aumento en los servicios públicos sintetiza el pensamiento de la administración macrista. Una minoría en el poder para realizar la entrega nacional como nunca se vio. Aramburu, Videla y Menem no se atrevieron a tanto.
En el 55´ la política era similar, y por esos años Arturo Jauretche en su libro: “Barajar y dar de nuevo” decía: “La población no debe consumir lo que hay que exportar. Como la economía es necesario reducir el consumo, y solo hay dos modos de reducir el consumo, achicar la población en el número o bajar su nivel de vida al nivel de miseria de los estómagos insatisfechos. Y eso también en nombre de la libertad y de la democracia”.
Hoy en nombre de la libertad y la democracia, Estados Unidos auspicia siete guerras en el mundo. Sigue robando, en el mapa asiático, gas y petróleo. Con esta excusa sigue haciendo trizas la geografía y la vida, instalando un olor a muerte que sólo sirve para venganzas en Occidente y seguir cumpliendo el sueño americano con dinero manchado de sangre.
La frase de Jauretche, de bajar la población, coincidió con la resolución de los dueños de la pelota que resolvieron en junio de 2015 reducir la población. La idea era la síntesis de un mitin del grupo Bilderberg, corporación madre dirigida por David Rockefeller.
Siempre el imperio pretendió tener sus colonias para que lo abastezcan pero también se debían mantener poblaciones reducidas donde las minorías tengan el poder absoluto.
La clave es empobrecer para luego reducir. Macri lo está haciendo. Crea un clima de pesada herencia recibida, todos los K robaron y nos llevaron a la miseria. Luego comienza el show de empréstitos. Jugosas comisiones cobran los tilingos y cipayos oficialistas que juran cumplir a rajatabla las órdenes impuestas por el FMI, cadete de las corporaciones. Elevar la edad jubilatoria y aumento de tarifas como manda el imperio da como resultado entrega, sumisión y pobreza, de ahí a la reducción de la población, un paso.
La independencia económica y social argentina que concretó Perón en 1946 no se perdonó. La fusiladora puso en caja a todo un pueblo que aprendió a tener derechos y tuvo casi una década de felicidad. Los gerentes impuestos por el imperio cumplieron su función. El país no debía escriturar como Nación. Cuando apareció la letra K en la historia argentina, se ampliaron los derechos y otra vez las mayorías comprendieron que se podía ser feliz en este territorio. Pero nuevamente la oligarquía apretó los botones, otra vez el gorilaje en la piel de Carrió, Bullrich y finalmente Macri que ordenaron el país
El pueblo debe consumir poco y gastar mucho. Las clases altas deben crecer y las clases medias, que votan mal cuando están bien y bien cuando están mal según el decir de Jauretche, deben arrepentirse por tratar de ser felices.
Hoy la Argentina es la del pasado. La de Rivadavia trabajando para el imperio inglés y boicoteando a San Martín. Hoy es la de Lavalle fusilando a Dorrego, la de Caseros con la traición de Urquiza, la de los conservadores conservando los bienes para los británicos, la del Banco central inglés que Perón dijo basta, la del 55´ y Aramburu, la de Onganía, la del proceso, la de Menem, la de la Alianza. Hoy es Cambiemos quien labura para el Imperio en forma gratuita y provocando el sufrimiento de todo un pueblo.