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Mundo

Ecuador con nuevo signo.

Por  Margarita Pécora   B.   –

 

Apenas han transcurrido  dos días de  las votaciones presidenciales definitivas en Ecuador, y  las redes sociales empiezan a expresarse. La más gráfica y provocativa  que encontramos es la  imagen de un lazo,  pero de los que simbolizan la horca con el apellido Lasso, en referencia al banquero Guillermo Lasso,  quien se consagró finalmente como  el ganador. Sin embargo  el  empresario  representante de la derecha liberal, cuyo rostro es  archiconocido por sus varios intentos  electorales por la presidencia del país,  jugó  su tercera y última chance  a sabiendas de que “a la tercera va la vencida”, y  ganó .

No todos piensan que Lasso significa la muerte para la sociedad ecuatoriana, de lo contrario  no lo hubiesen votado,  no obstante  para las fuerzas  progresistas  de  la izquierda latinoamericana, la victoria del  banquero  que representa al Movimiento Político Creando Oportunidades (CREO),  significa un revés que  tendrán que analizar  con objetividad y autocritica  para conocer  cómo  en un contexto  epidémico tan  difícil, logró conseguir esa ventaja de cinco puntos porcentuales sobre Andrés Arauz, quien ya se  suponía ganador de las elecciones que pondrían a la izquierda correísta   nuevamente en el poder.

Hay que tener en cuenta que frente a una pandemia que ya dura más de un año golpeando las economías de todo el mundo,  son muchos los ciudadanos que ven demasiado  utópico el sueño de los grandes proyectos sociales, lo que sumado a la crisis de representación política  por la que atraviesa la región y las grietas profundas que  abren los medios  entre el poder político y  la sociedad, es lógico que  varios  se dejen arrastrar por la mareal liberal, esperanzado en encontrar   soluciones a sus problemas.

Pero lo  cierto es ya Arauz reconoció  al vencedor,  quien tomará  la “papa caliente” que  significa un país  al que Lenin Moreno deja  sin liquidez, una deuda del 63 % del PIB, atrasos de pagos  con municipios, prefecturas,  sistemas de seguridad social y con el Banco Central, pero lo más complicado es  la herencia de una pandemia con más de 347 mil casos   y 17 mil 300 muertos.

Según fuentes consultadas,  Lasso es miembro del Opus Dei pero dice estar dispuesto a abrir el debate sobre la despenalización del aborto.

Fue rápidamente escalando posiciones hasta convertirse en presidente del Banco de Guayaquil por casi 20 años. A comienzos de los 90, llegó a liderar la Asociación de Bancos Privados del Ecuador.

En agosto de 1999 fue nombrado ministro de Economía, pero debido a las diferencias que tuvo con el entonces presidente Jamil Mahuad sobre cómo manejar la economía del país renunció un mes después.

Bajo el lema «emprendimiento, innovación y futuro», Lasso dijo en la campaña que respetará el acuerdo del país con el FMI (Fondo Monetario Internacional), excepto en un punto.”Lo que no vamos a hacer es a subir el IVA», dijo refiriéndose a una polémica medida que busca aumentar la recaudación fiscal de un país con altos niveles de déficit y deuda pública.

El  flamante  presidente  ecuatoriano propone crear nuevos puestos de trabajo, subir el sueldo mínimo a US$500 al mes, acabar con el hambre de más de un millón de ecuatorianos, atraer inversión extranjera y combatir la corrupción, argumento con el que ha golpeado a Correa y a Arauz.

Ahora está por ver cómo  Lasso piensa integrarse a  los  organismos regionales, cuáles serán sus gestos de convivencia con los gobiernos  vecinos que,  más allá de sus  colores políticos,  están  tratando de unir esfuerzos para salir adelante  de la crisis económica  y sanitaria que ha generado  la pandemia,  activando  de forma multilateral diversos  mecanismos para que lleguen las vacunas a los más  pobres, entre otros. Por el momento, de Lasso  se esperan  señales, ojalá  ninguna de coqueteo  ni lacayismo hacia  los  Estados Unidos de Norteamérica, y sí de hermandad y solidaridad con los pueblos hermanos de la región. ¿Será mucho pedir?

 

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