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Mundo

Biden se regodea

Por  Margarita Pécora  B  –

 Desde que asumiera a fines del pasado mes de enero como  cuadragésimo sexto  presidente  de los estados Unidos de Norteamérica en representación del partido demócrata,  Joe Biden no ha tenido un minuto de respiro  ni ha disfrutado su luna de miel presidencial.

El trágico asalto al Capitolio  a manos de una ultraderecha adicta a  Donald Trump, quien salió airoso de la macabra operación aún con un saldo de  cinco muertos,   dejó entrever que definitivamente  Joe  Biden  viviría momentos inquietantes, si a ello se le suma  el drama de la pandemia  que heredó y que  sigue colocando a la potencia norteamericana en el primer lugar con  más muertos en todo el planeta.

Precisamente la pandemia del coronavirus, que se había cobrado hasta este  domingo  la vida de  523 mil 970  personas  en EE.UU.  fue  asumida como la principal prioridad del nuevo gobierno que ahora trata de  hacer llegar las vacunas en tiempo récord  a  un mayor número de estadounidenses, aunque, dicho sea de paso, no quiere compartir sus vacunas con ningún país.

En ese contexto,  califica como un logro de enorme  importancia para  el nuevo   inquilino de la Casa Blanca que hoy se regodea,   el haber logrado el pasado sábado  que el   Senado le apruebe  el plan de rescate  por 1,9 billones de dólares para enfrentar la enorme crisis que afronta el país.

No fue tan fácil  como se dice. Para  aprobar el plan de rescate  hubo largas discusiones entre los mismos demócratas alrededor de puntos conflictivos como el salario mínimo y los beneficios para los desempleados, pero el  partido azul hizo valer su mínima mayoría en el Senado para aprobar el proyecto de estímulo económico.

Este plan es  sin dudas una de las puntas de lanza de la Administración Biden,  para intentar  enfilar la proa  hacia la recuperación económica y cumplir cabalmente con las 17 medidas que adoptó, ni bien asumió en el poder.

Recordemos que Biden  firmó 17 decretos y directivas  buscando recuperar el tiempo que le hizo perder  Trump con los palos que le puso  en las ruedas y ahora  busca poner en  marcha su promesa de revertir con urgencia los cuatro años de políticas de su predecesor,  y encarar la   profunda herencia que recibe , como  es la crisis del país y que  yo no la circunscribiría solo a la económico, sino también a lo social  e incluso a  la relación internacional.

No olvidemos que  la administración Trump  dejó un tendal de heridos  en las relaciones diplomáticas  con el mundo, especialmente con China, y ahora Biden intenta lavar la imagen  de los Estados Unidos, buscando acercamiento y diálogos  no solo con Pekín lastimado  con durísimas  acusaciones  y sanciones, sino también  con Moscú.

Sin embargo en el orden internacional, lo que hace con las manos lo borra con el codo porque   ordenó una taque  aéreo en Siria en contra una estructura  perteneciente a la milicia  respaldada por Irán,   y la justificó con una serie de ataques con cohetes  contra objetivos estadounidenses en Iraq.

A grandes rasgos podemos mencionar entre las primeras disposiciones de  Biden,  la orden ejecutiva que requiere que los estadounidenses usen mascarilla en edificios públicos de todo el país para frenar el contagio de covid-19 ,sumado a ello  las restricciones de llegada de extranjeros por Covid,  pese a la orden de Trump de rescindirlas.

      Y si de pandemia  hablamos y de relaciones deshechas por Trump, hay que mencionar  la decisión de  que EE.UU abandone  la Organización Mundial de la Salud (OMS) que  ya pudo revertir  Biden, lo mismo  que la vuelta al Acuerdo de París, un tratado global que tiene como objetivo mantener el aumento de las temperaturas por debajo de 2 °C .

  En materia de inmigración, Biden  eliminó la prohibición firmada por Trump,  de entrada a EE.UU. desde países musulmanes y  envió un proyecto de ley al Congreso que establece un camino hacia la ciudadanía para más de 11 millones de inmigrantes indocumentados, aunque ha  desatado polémica la  reapertura  de un centro de detención en la frontera sur con México, para albergar  a niños migrantes no acompañados.

 También, como lo prometió, Biden detuvo la construcción del muro fronterizo entre EE.UU. y México.

En el orden económico adoptó medidas para aliviar a  inquilinos y propietarios (y para estudiantes), y hay otras en fase de aplicación sobre derechos sociales.

 En varios artículos  de analistas políticos, se ha instalado eufemísticamente  a Biden como «el mismo perro, pero con otro collar», alertando que la política imperialista es la misma,  aunque ahora en nuevas manos.

Del mismo modo se insta a conocer el prontuario de los presidentes y se recuerda que Biden fue durante 35 años senador, titular de la Comisión Judicial y de la Comisión de Relaciones Exteriores.
No es ocioso recordar que el católico Biden fue vicepresidente en los dos mandatos de Barack Obama, que no fueron precisamente caritativos con los pueblos y gobiernos de Venezuela, Cuba, Palestina, Siria, Irán, Irak, Ucrania, Corea del Norte, Rusia y China.

Cuando se escuchan los nombres de los miembros de  su  gabinete de gobierno se descubre que ciertamente hay figuras con marcado   perfil imperialista, agresivo y favorable a las multinacionales, banqueros y contratistas de empresas de armamento.

No seamos ilusos pensando que  Biden es la panacea,   ni que Estados Unidos de la noche a la mañana, pondrá fin a un oscuro historial  de dominio imperialista, prepotencia  e intervención militar  y con medidas de bloqueo económico y comercial,  para obstruir la vida y la política de otras naciones soberanas.  Estados Unidos  es el mismo can,  no lo olviden.

 

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