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Mundo

Centroamericanos ante un nuevo calvario.

Por  Margarita  Pécora   –

 

Cuando se  observa  desde afuera  el rearmado de las  caravanas  de migrantes  en Centroamérica  con pocas o nulas posibilidades de lograr  el objetivo de alcanzar el sueño americano,  tal vez   se  piense que es   un acto de extrema locura  e  insensatez;  pero  hay que estar en  los zapatos  de quienes hoy, además de la pobreza estructural que sufren, se  han visto acosados por  el paso destructivo  de los huracanes «griegos»,  IOTA y ETA, que los dejaron sin hogar,  más la mortífera  pandemia del coronavirus.

De ahí el calvario que  han emprendido  nuevamente  centenares de  hondureños   que se aventuran a  traspasar las fronteras  de Guatemala y Méjico, para  intentar  ingresar a los Estados Unidos, esperanzados en que  el  presidente electo Joe Biden  se apiade de  ellos  y  los acoja en el país del sueño americano, porque con Trump las tienen todas perdidas.

Varias fuentes consultadas   afirman que es la tercera caravana de migrantes  convocada este año por redes sociales, y que  desde el miércoles    más de un millar de personas  emprendieron  camino  desde San Pedro de Sula- en el norte de Honduras-  en medio de la noche, algunos con mascarillas, otros no las llevan;   según  se observa en las  fotos, lo que devuelve la  imagen del peligro  de contagio al que se someten, más allá del que representa el accionar de  la policía hondureña   que impide  cruzar a Guatemala a quienes  no muestren el PCR negativo de Covid-19. En esta requisa han encontrado a varios indocumentados y los han hecho regresar a sus lugares de origen, y  hay relatos de escenas dramáticas con llantos desesperados  de familias  obligadas a retornar.

Con niños pequeños en brazos y el crucifijo colgando en el pecho en señal de la fe que los  guía, así avanzan muchos de los caravanistas dispuestos  a lo que sea, porque según  los testimonios  “lo han perdido todo “.

Existe un viejo  axioma   de la política  que sostiene: “cuando los  pueblos emigran, los gobiernos están demás…” Desde luego  que es un principio  extremo, porque el fenómeno de la migración  a partir de ahora,  ya no podrá ser  evaluado de la misma manera  que antes de la pandemia, ya que  este desastre ha paralizado las economías de todo el mundo y  los efectos demoledores  se están sintiendo  en  países   lo mismo ricos   que   pobres; pero es cierto también que   la cuestión  migratoria en Centroamérica  interpela  desde mucho antes de la pandemia a los gobiernos  de estos países que no han podido o sabido  crear condiciones de vida prósperas para  sus habitantes,  y sus economías dependen básicamente de las remesas  que reciben de familiares en EE.UU. Esa dependencia no es  solo económica, también sicológica y hace que generaciones  de centroamericanos  aspiren a probar suerte como lo han hecho sus antecesores.

Pero todavía Donald Trump  es el presidente  del país que  promueve  el sueño americano; y mientras  no asuma Biden y se pronuncie claramente con respecto al tema migratorio, no habrá  chance para  nadie.

No olvidemos la  advertencia  lapidaria de Trump cuando dijo desde la Asamblea General de la ONU a los migrantes: “no vengan, los regresaremos a sus países”. Para  el  magnate estadounidense, “la migración ilegal es injusta, peligrosa e  insostenible”,  y ha  amenazado con  defender las fronteras devolviendo a quienes quieran vulnerarlas.

“A todos los que quieran traspasar ilegalmente nuestras fronteras, escuchen esto: no les paguen a los traficantes, no les paguen a los coyotes, no se pongan en riesgo ni  arriesguen a sus hijos porque si llegan no se les permitirá entrar”…

Y esto será así mientras Trump sea el presidente de Estados Unidos; y  cuando asuma Biden, habrá que ver  cuál será  su postura al respecto. Lo cierto es  que,   centroamericanos  y  migrantes de otros  lares que abrevan  en esa región, seguirán intentando   probar suerte, aunque las ilusiones choquen con el  gigantesco  muro  de metal que los separa del  país de los sueños.  Total, ya no tienen nada que perder.

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