
Quien vea a Mauricio Macri como un patriota, un defensor de las cosas nuestras, un nacionalista, obviamente necesita anteojos. Nuestro prescindente tiene una bandera americana o quizás británica en su corazón pero jamás nunca una celeste y blanco.
Pero recorriendo el archivo, nos encontramos con esta declaración: ”disolvió los cuerpos legislativos porque sabía que se opondrían con varonil firmeza a la derogación de los derechos del pueblo. El estado quedó expuesto a los peligros de una invasión exterior y a las convulsiones internas…entorpeció la administración de justicia, hizo que los jueces dependieran de su exclusivo albedrío, creó multitudes de oficinas nuevas y envió enjambres de empleados para hostigar al pueblo y arrancarle el fruto de su trabajo. Hizo al poder militar independiente y aún superior al civil, nos sujetó a una legislación extraña a nuestra constitución. Sacó de sus objetivos a grandes cuerpos de tropas armadas, eximió del castigo que merecían algunos asesinatos contra los habitantes, impidió que comerciáramos con todo el mundo, impuso contribuciones sin consentimiento del pueblo, abolió las leyes más importantes y alteró el equilibrio del gobierno, se declaró investido de poder para dictar las leyes en todos los casos, cualesquiera ellos fuesen, obligó a los ciudadanos a hacer armas contra el pueblo, poniéndolos en la dura alternativa de ser los verdugos o las víctimas de sus hermanos y amigos”.
El apunte no es de un crítico de Macri, tampoco relata las andanzas del proceso, revolución argentina o fusiladora menos aún Menem, pero cuanto se parece a cualquiera de los nombrados.
Es un documento que Raúl Scalabrini Ortiz rescata. Según el pensador nacional son “los cargos y agravios de que se acusa al rey de Inglaterra y están incluidos en el preámbulo de la Declaración de la Independencia de Estados Unidos, extendida el 4 de julio de 1776. Caramba, exclamé, los ingleses no cambian sus métodos por lo visto. Han repetido en la Argentina los mismos procedimientos que en Estados Unidos”, Raúl Scalabrini Ortiz.
Pero Macri abusa del poder como los británicos, como los estadounidenses pero también como los CEOS corporativos del mundo.
Hoy como en la década infame, el proceso, la fusiladora y la revolución argentina se entrega la economía del país.
Y cuando hablamos de entrega, es en el sentido más exacto de la palabra. Por las Malvinas solo declaramos en forma oficial que nada se modificará y Macri, bien gracias. En la actualidad buques ingleses se llevan las riquezas itícolas entre Tierra del Fuego y Malvinas y Macri, bien gracias. Los medios rusos publicaron que el submarino Ara San Juan fue bombardeado por un buque inglés, versión que también manejan los familiares de las víctimas y Macri, bien gracias. Se han depositado barras de oro en la hacienda británica en los primeros días de este año y Macri, bien gracias.
Y ahorramos los conceptos sobre las reformas en el campo laboral y en detrimento de jubilados y trabajadores porque como dijo Durán Barba “el obrero dejará de existir”. El término entrega no forma parte del folclore anarco peronista sino que es una realidad.
Scalabrini Ortiz hacía la misma comparación y decía:” el hecho real fue la entrega de la economía del país al extranjero para que éste lo organizara de acuerdo con su técnica y conveniencia. Y el extranjero organizó el país de tal manera que en adelante los frutos de la riqueza natural y del trabajo argentino fueron creando, no prosperidad individual ni solidez y fortaleza nacional, sino capital extranjero invertido en la Argentina. Agrega el pensador nacional. Todo este estudio debe parecer fábula al lector desprevenido. La conciencia ha sido mantenida en el engaño y los hombres que pudieron hablar callaron prudentemente. Pero basta presentar el problema en sus líneas primordiales para que la comparación se ilumine. Aquí vienen los ingleses a hacer fortuna, como un inmigrante cualquiera, aunque con más medios de disciplina, unidad y protección de su diplomacia. Con muy raras excepciones todos lograron sus propósitos. Unos ganaron plata con tierras, otros con ferrocarriles. Los ingleses que ganaron dinero con el trabajo y la valorización de las tierras dicen nomás que ganaron dinero, como cualquier terrateniente. Pero los que ganaron fortunas con empresas ferroviarias dicen que “invirtieron capitales”.
Ayer el extranjero, léase británico nos organizaba la economía, hoy es el FMI en sociedad con las corporaciones. Ingleses siempre están. Desde el izamiento de su bandera en un comercio criollo cuando cae Cisneros hasta el apoyo a Lavalle para que termine con Dorrego, luego a Urquiza para que termine con Rosas y en la organización nacional con una constitución de 1853 al servicio de la oligarquía y los británicos. Superaron el siglo y se metieron en la centuria número 20 con el control total y presidentes en el grado de alcahuetería suprema. El Banco Central no era argentino sino anglo yanqui lo mismo que los tranvías y teléfonos. Hasta el manejo en las calles era como en Inglaterra y todo culmina con la llegada de Perón en 1946 y la instalación de la independencia económica el 9 de julio de 1947.
La fusiladora, con la marina como ideóloga, volvió a Gran Bretaña. Churchill festejaba con la frase “después de la finalización de la segunda guerra, la caída de Perón fue la mejor noticia que recibí en mi vida”: Estados Unidos entraría en la sociedad para manejar estos territorios y en 1954 se crea la primer gran corporación del grupo Rockfeller que se empondera en América Latina.
En el 73 y en el 2003 la economía volvió a la Argentina. Retornó un modelo propio, nacional, argentino. Volvió el crecimiento y la alegría, pero esas vacaciones terminaron porque al decir de Jauretche “la clase media vota mal cuando está bien, y vota bien cuando está mal”. Por eso, todo culminó en el 2015. Hoy tenemos a un prescindente con ideas cipayas a la altura de Mitre, Roca o Agustín B. Justo y todo volvió a la normalidad. Al decir de Eugenia Vidal cambiamos futuro por pasado.