SIR. J.C DE MARCO: Embajador y Conde de un micro país
La apasionante historia apenas conocida sobre la existencia de un país (Sealand) que dicen es el más pequeño del mundo, fue narrada a grandes rasgos por el argentino que conquistó el título de Embajador y Conde de ese Estado que descansa sobre una plataforma de apenas 2 hectáreas de extensión, en medio del mar del Norte.
Por Gabriel Russo.
Juan Carlos De Marco es oriundo de La Plata, procurador, abogado, escribano, periodista y profesor de Comunicación Social y tiene mucho para contar sobre el Principado de Sealand que parece sacado de los cuentos.
¿Vos sos Conde y embajador del país más pequeño del mundo?
En realidad no sé si será el más pequeño del mundo, presumo que sí de acuerdo a los últimos antecedentes e informaciones y casi diríamos que es el más chico del mundo con la particularidad de que no es un terreno natural, sino artificial.
Tiene 550 metros cuadrados…
En realidad un poquito más. Es una plataforma de hierro sostenida por dos pies de concreto sobre el fondo marino, cuyos pies están ahuecados y tienen 7 niveles distintos cada uno donde hay diferentes dependencias.-
¿Cómo llega a ser un país?
Tengo una referencia de carácter legal. La situación de la plataforma deviene de la II Guerra Mundial donde el Reino Unido construyó más de una docena de plataformas similares con el objeto de generar una defensa antiaérea de los ataques de submarinos alemanes. Esa plataforma cumplía una función defensiva con una particularidad, la mayoría de ellas menos una, estaba en el Mar territorial británico, dentro de las 3 millas marinas, y una de ellas, precisamente el Principado de Sealand estaba en aguas territoriales internacionales, de modo tal que esa plataforma que fue abandonada, las demás todas destruidas dinamitadas, quedó en pie y abandonada. En el año ’67 fue ocupada por un ciudadano británico Roy Bates, empresario de la Carne que en aquel momento si ustedes recuerdan era el advenimiento de las radios piratas que pasaban música fuera de las aguas territoriales de los países, hasta que generó una circunstancia sustentado en la ley que le daba el territorio por estar adherido al fondo marino. La población, porque obviamente se sumó gente a vivir, y la soberanía que es el elemento característico donde la autodeterminación y la posibilidad de no depender de otro país para ponerlo claro, le daba los tres elementos exigidos por el Derecho internacional público para ser reconocido como país.
Uno diría en el barrio ¿Cuál es el negocio?
Creo que aquí negocio, aunque no lo parezca, no hay, aquí hubo una gran bohemia, de las radios piratas, luego la radio cesó y hubo un intento de copamiento de la plataforma que fue repelido por los ocupantes de esta isla artificial, y los que intentaron eso que eran británicos hicieron denuncia en los tribunales de Londres y fueron pasando las instancias y la Corte Suprema de Gran Bretaña se declaró incompetente por estar fuera de las aguas territoriales británicas. Por lo cual allí se produjo una motivación de entender que más allá de ser un lugar ocasional, se podía transformar en permanente con autoridad propia.
¿Cuál es tu relación con este principado, cómo llegaste?
Alrededor del año ’78 un periodista de Clarín es invitado a visitar la Plataforma. Hizo una nota interesante con fotos y demás contando la historia y yo en ese momento estaba yendo a un trabajo en la Facultad de Derecho de la Universidad de la Plata que tenía que ver con qué sucedía con los objetos robados y perdidos en “mar libre”. Trabajo interesante con mucha investigación que entendí podía ser de utilidad a las autoridades del principado para incorporarlo al reclamo legal internacional que estaban ejerciendo, lo traduje y se lo mandé al Príncipe Roy en ese momento, que precisamente lo incorporo, me lo agradeció y me designaron honoríficamente en carácter de Cónsul del principado que acepté gustosamente y lo mantuve hasta hace un par de años donde ya me dieron la categoría de Embajador y a su vez me premiaron con un condado (con el título de Conde y de Caballero de la Orden del Mar. Así que esto que fue una cosa muy simpática pasó a ser honorífica que la tomo con mucho cariño porque resinifica un reconocimiento.
Si sos embajador, y me quiero asilar en tu embajada, ¿se puede?
No, porque no hay Embajada física, y segundo, porque lógicamente no está reconocido el principado en el territorio argentino, por ende no hay relaciones diplomáticas. No existe esa posibilidad.
En Argentina debe haber media docena que se han casado bajo las leyes de Sealand, firmadas por el príncipe.
¿Es reconocido Sealand en otros países?
Si, tácito y expreso. Este último hecho por Bélgica, Alemania y Noruega y el tácito es el de Gran Bretaña que además le presta el Servicio Postal.
¿Hubo nacimientos en Sealand?
Uno. Y varios casamientos, se han realizado varios emprendimientos fílmicos, un campeonato, propagandas, etc. por la novedad y lo curioso.
¿Hoy cuántos viven ahí?
Depende de las épocas. Porque hay personal de mantenimiento entre 5 y 10 personas empleadas permanente y luego fluctuante en función de las distintas iniciativas, estudios bioquímicos marinos, convenios con universidades, estudios ambientales. Ha llegado a haber más de cien personas.
Sealand tiene una especie de casamata sobre la plataforma de hierro donde estaba montado el cañón de hierro, hay una capilla y hasta una celda.
¿Alguna vez se intentó vender o comprar el territorio?
Sí, la Corona Británica lo reconoce por parte de un país árabe para montar una radiodifusión religiosa, pero se rechazó y ha habido siempre sondeos para inversiones en juegos de azar pero nunca prosperaron.