
La militancia y gente de a pie montaron guardia desde el sábado a la noche frente al hospital para brindarle apoyo a la expresidenta, que sigue internada por un cuadro de apendicitis.
Cuando la noticia de la internación de Cristina Fernández de Kirchner comenzó a circular, el acompañamiento de la militancia no tardó en hacerse visible. En pocos minutos, decenas de personas se acercaron al Sanatorio Otamendi, en el barrio porteño de Recoleta. Una bandera con la consigna “Nunca caminarás sola” se desplegó sobre la reja de la vereda de enfrente al hospital, el punto donde quienes iban llegando comenzaron a acomodarse para pasar la noche, a la espera de novedades que llevaran algo de calma sobre su estado de salud.
Sin banderas de agrupaciones ni colectivos multitudinarios, la congregación que comenzó el sábado por la tarde-noche y se extiende hasta el cierre de esta edición es el reflejo de un acompañamiento espontáneo, motivado por la preocupación y el afecto genuino. A medida que pasaron las horas y se confirmó que la intervención quirúrgica por apendicitis se realizó sin inconvenientes, el clima se fue distendiendo. Sin embargo, la vigilia no cesó: muchos pasaron la noche allí, otros llegaron durante la mañana del domingo y algunos se acercaron, dejaron su cartel y siguieron camino. Personas solas, parejas y pequeños grupos provenientes de distintos puntos del conurbano y del interior del país se acomodan sobre la vereda, conversan en voz baja, ceban mate, miran el edificio y esperan. La escena es la de una vigilia serena, casi doméstica, como si el gesto fuera el mismo que tendrían dentro del sanatorio, pero trasladado a la calle.
“Esto no es fanatismo, es lealtad”, dice una mujer que llegó desde Guernica el domingo por la mañana y permaneció allí durante toda la tarde. “En 2013 me enfermé de cáncer y, gracias a que en su gestión,había un Estado presente, pude acceder a un tratamiento y logré vencerlo. Ella estuvo en mi momento más feo y yo estoy en el de ella. Eso es lealtad”.
Cristina Fernández de Kirchner fue sometida el sábado por la noche a una cirugía de urgencia por un cuadro de apendicitis. La intervención quirúrgica fue realizada sin complicaciones y la ex presidenta permanece internada en el Sanatorio Otamendi a la espera de su recuperación. El traslado al centro asistencial porteño se decidió durante la tarde, luego de que médicos la evaluaran en su departamento de la calle San José al 1111, donde cumple prisión domiciliaria, y consideraran necesario realizar estudios más exhaustivos ante una dolencia abdominal, con la correspondiente autorización judicial.
Desde vecinos del barrio hasta personas que viajaron desde el interior del país, muchos dejaron de lado compromisos y horas de descanso para acompañar la internación de Cristina. “Yo vengo desde un pueblo de Córdoba. Cuando vi que la habían internado, salí inmediatamente para acá en micro: viajé 14 horas y llegué hoy por la mañana. Yo solo, sin ninguna agrupación. Vine por lealtad y me voy a quedar hasta mañana; ojalá que se termine de recuperar pronto”, narra un hombre que luce una remera negra con el rostro de la presidenta del Partido Justicialista envuelto en la bandera argentina.
A través de su cuenta de X, el diputado nacional Máximo Kirchner agradeció las muestras de afecto y el acompañamiento de la gente a su madre, compartiendo imágenes de la vigilia y carteles que los militantes fueron pegando en una pared. “Gracias por quererla, cuidarla y acompañarla siempre”, escribió el legislador. Además de Máximo, la intendenta de Quilmes Mayra Mendoza y el ex secretario de Derechos Humanos Horacio Pietragalla se hicieron presentes en el Otamendi.
Acompañando la bandera gigante, las pancartas en apoyo a Cristina se fueron acumulando con el correr de las horas. Apoyadas contra la reja, pegadas en la pared o sostenidas por quienes llegaban, los mensajes fueron poblando la vereda y construyendo un mural improvisado de afecto y respaldo. “Cristina: por más que intenten defenestrarte, jamás apagarán tu brillo… Ladran, Sancho”. “Argentina con Cristina”. “Fuerza Cris, el pueblo te ama”. “Siempre junto a vos”. “Cristina está condenada por reivindicar los derechos del pueblo”, fueron algunas de las frases escritas por la militancia.
“La amamos, por eso estamos acá, porque nos dio todo”, decía una mujer que se resguardaba del sol bajo la sombra de un árbol. “Ahora estamos viendo desprotección y deshumanización en todos los aspectos. A mí me pega fuerte por el lado del Garrahan, porque mi nieto tiene leucemia y los médicos la están pasando muy mal”, agregó, y aprovechó para enviarle un mensaje a la ex presidenta: “Es una guerrera de la vida. Vamos a estar con ella en las buenas y en las malas”. “Ella fue muy importante y la vamos a apoyar siempre. Fuerza para estas situaciones no necesita, siempre la tuvo”, agregó otra.
En contraste con el clima de acompañamiento que se vivía en la puerta del sanatorio, desde sectores del oficialismo y del empresariado se multiplicaron en redes sociales mensajes de tono hostil tras la cirugía de urgencia de Cristina Fernández de Kirchner. En la plataforma X circularon chicanas centradas tanto en el sistema de salud como en la situación judicial de la ex presidenta. El fundador de Mercado Libre, Marcos Galperin, reposteó un mensaje que cuestionaba el uso de la medicina privada por parte de dirigentes peronistas: “Hay 59 hospitales Evita, 35 Hospitales Perón, 17 Hospitales Néstor Kirchner. Pero se atienden en el Otamendi”. En la misma línea, el escritor Nicolás Márquez, cercano al presidente Javier Milei, publicó expresiones de extrema agresividad al calificar como una “mala noticia” que la intervención quirúrgica hubiera sido exitosa.
Informe: Thiago Bulgione.– Pág. 12



