
El poder controla, somete, acciona y determina. Esta sucesión de verbos nos indica que el mundo ha cambiado y el objetivo es el reemplazo de la humanidad, así como la conocemos. Seguramente usted dirá que este muchacho está loco, pero antes de descalificar la información, deténgase a pensar, a reflexionar, a no repetir lo que los medios y las redes afirman sin documentación alguna.
Para poder someter a un territorio la fórmula exacta es miedo más saqueo más pobreza. La ecuación resulta exitosa en Occidente. En Oriente las bombas son el método más eficaz. Las consecuencias en ambos sentidos son más muerte para mejor control por parte del poder económico.
Razonemos. Hoy no existe el cristiano que no posea un celular. El problema es que ese humano no suelta el aparato. Este te controla. Querés comprar zapatos, te aparecen cientos de lugares donde comprar, quieres un helado lo mismo y esa información llega a una central. La Afip de antaño, hoy Arca, sabe si tienes un terrenito o un fitito. Nada podes esconder.
Hoy la pelea es por el litio a nivel imperial. Material indispensable para fabricación de autos y celulares. El celu que hoy llevas en la mano en breve será adosado a un brazo y en una década será un chip en tu cerebro. Nada opinable, solo relato de lo descubierto y creado.
A medida que pasan los días, las tiranías se han disfrazado de democracias para quitar derechos y reformular cada país para que haya una clase poderosa y miles de sirvientes que sepan idiomas. La clase baja está pronto a desaparecer.
El control total del poder pasó la posta y nosotros recorremos el camino del autocontrol. No soltamos el celular, no hablamos por teléfono, mandamos audios y que no sean largos porque la otra parte se enoja. Buscamos una novia por Tinder, tenemos amigos virtuales, relaciones por zoom y escuchamos música en computadoras. Los estadios de fútbol son para la escasa cantidad de gente que pueda pagar precios alocados y la diversión en el pobre puede ser comer a diario o Navidad y Año Nuevo.
El autocontrol lo marca tu bolsillo, tu miedo, un futuro incierto y un poder que solo espera que pases a una mejor vida. No es un mensaje negativo, es un aviso. Cuando se dijo que venían por vos, se alertó a la población.
Hoy la Argentina se entregó totalmente al imperio y este a las corporaciones. Las riquezas ya no son nuestras, la esperanza tampoco, lo único que poseemos es deuda que nos garantiza que no habrá guerra, pero tampoco los días felices que tanto recordamos.
La ciencia que tanto hizo por el humano hoy se somete al poder de unas familias de élite que marcan cuánto debemos vivir, cuándo debemos morir, qué comer, qué elegir y todo dentro de un marco legal donde creemos que somos libres y poseemos derechos. Solución hay, siempre existe una solución a un problema. Este no está en lo legal ni en el reclamo correcto con pancartas y música popular. La queja será prepotente, será revolucionaria o no será. Si no, el destino ya está fijado, no me lo haga repetir. ¿No le parece?




