Sociedad

FRANCISCO “PACO” OLVEIRA: “Cristina tiene que volver a su casa, o se va a armar un quilombo”

 

Por Margarita Pécora B.   –

 

Así lo declaró en exclusiva para Comunas el cura Francisco “Paco” Olveira, tras bendecir junto a otras figuras de la Mesa Ecuménica Argentina a la ex presidenta Cristina Fernández en su hogar del barrio de Constitución. Ese fue el escenario de una conmovedora celebración ecuménica donde cientos de argentinos consagraron simbólicamente a Cristina, bajo el emblemático balcón que se ha transformado en un verdadero santuario de devoción política y por donde asomó la figura de la líder indiscutible del  campo nacional  y popular argentino.

Al ser consultado sobre su  breve encuentro con Cristina durante la celebración, el párroco fue enfático:

—Varios representantes de la Mesa Interreligiosa nos acercamos, la vimos y la abrazamos con el corazón en la mano. Fue un instante sagrado.

¿Cómo la vio a Cristina?

—La vi inmensamente fuerte, lúcida y convencida. Nos dijo, con la dignidad de quienes no se quiebran, que ni siquiera encarcelándola lograrán humillarla.

¿Anticipó qué hará el miércoles? ¿Cree que la gente la va a acompañar?

—Ella sabe, con esa certeza que sólo tienen los líderes auténticos, que la va a acompañar el pueblo. Los mismos que iremos con ella… y que la traeremos de regreso a su casa. Acá tiene que volver. —remarcó con firmeza el cura Paco— Si no, se va a armar un quilombo- advirtió-

 

El cura Paco ofició una estremecedora oración colectiva, coronada por un Avemaría que arrancó lágrimas. En su voz quebrada por la emoción, agradeció a la Virgen por haber detenido la bala que intentó arrebatarle la vida a Cristina.

Desde la opción por los pobres y rodeado de una multitud fervorosa —religiosos y no religiosos por igual— que colmó las esquinas de Humberto 1° y San José, Paco elevó su plegaria:

—A la Virgencita, le pedimos nosotros, su pueblo, que nos dé el coraje para frenar no solo el fallo judicial que la amenaza, sino también las balas del odio y de la crueldad. Y que a vos, Cristina del pueblo, te fortalezca frente a las acechanzas del enemigo.

Cristina del pueblo  

Había que estar allí para dejarse atravesar por el hechizo magnético que irradia la figura de la Guía espiritual de un proyecto colectivo, no sólo proscripta sino también vilmente condenada mediante la maquinaria despiadada del lawfare. Había que estar para palpar con el cuerpo lo que significa abrirse paso entre personas de todas las edades y  credos,  coreando consignas con el fervor de quien defiende lo sagrado, batiendo el aire como estandartes vivientes con los dedos en forma de V, esa victoria que no se negocia.

Y luego, como un milagro secular, la multitud se abría   convirtiendo la calle en una inmensa parroquia popular, un templo sin techo ni jerarquías donde todo se consagraba al calor de la causa.

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