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Mundo

Colombia arde por escalada de barbarie del gobierno de Duque

Por   Margarita Pécora.

Las imágenes que nos llegan sobre la escalada de violencia en Colombia,  advierten a las audiencias  que ‘pueden herir la sensibilidad’. Les aseguro que no es una exageración, ni  un culto a la morbosidad porque al cabo de una semana de protestas contra  la reforma tributaria,   en ese pintoresco país que  gobierna el neoliberal  Iván Duque,  ya se registran al menos  19 muertos  en brutales enfrentamientos, y  cerca de un  centenar  de heridos y desaparecidos.

Cali  ha sido el principal  epicentro de la masacre, pero  varias ciudades  como Manizales donde se vivieron escenas de terror, arden también al calor de las peleas. Algunos medios internacionales  de prensa lo califican como una ‘cacería’, pero también dan cuenta de  que hubo ataques sexuales, violencia física y detenciones arbitrarias.

La Unión Europea  y la ONU salieron con respectivos comunicados de condena, porque incluso personal  que realizaba labores de verificación  contra violaciones de Derechos Humanos, fueron blanco del acoso policial. También   celebridades  colombianas   del arte y el deporte han reaccionado en contra de esta barbarie. La cantante   Shakira  envió un contundente mensaje al presidente Iván duque  pidiéndole que cese ya la violencia.

Ha corrido duro la sangre por las calles  colombianas,  de  personas que  encontraron la muerte  no precisamente por la pandemia, sino a  manos de la represión  por parte de policías y militares que recibieron la orden de Iván Duque de   impedir  que  pobladores de varias ciudades, salgan  a las  calles para protestar  contra  la política  de  este  gobernante  de la derecha,  que ha querido ajustar la  crisis  económica generada por la pandemia,  con medidas que asfixian  a los más desprotegidos. Y los colombianos ya se cansaron. Y están en las calles hace unas emana  desafiando  lluvias de disparos con ametralladoras ,  gases,  palos y plomo ;  todo por  reclamar  con cantos, bailes y letreros contra una injusta reforma tributaria.

Bogotá, Cali, Medellín, Palmira y Manizales son algunas de las ciudades donde se han concentrado las manifestaciones.  Previo  al 1° de  mayo   ya se venía calentando el ambiente de la conflictividad social con un  notorio  rechazo  que luego fue multitudinario,  a la  propuesta  de la reforma tributaria que intentó  aplicar  Iván Duque,  y que incluía un aumento de los impuestos sobre la renta y productos básicos.

Con los días, las protestas  se fueron arreciando. Habían empezado  el miércoles pasado de forma pacífica. Pero luego se  sucedieron  ataques contra edificios de gobierno y el sistema de transporte en ciudades como Bogotá, Medellín y Cali  en medio de un grave repunte de casos de coronavirus en varias ciudades.

Ya  el pasado  domingo   habían causado   varios  muertos y  heridos y la Fiscalía tuvo que intervenir para investigar. Esto  obligó al presidente Duque a  dar marcha atrás a la reforma tributaria   y   pedir  al Congreso de su país que retire el polémico proyecto que había presentado su gobierno y  radicado por el Ministerio de Hacienda. En su lugar,  Duque  pidió  de manera urgente un nuevo proyecto. A todas estas el Ministro de Hacienda colombiano dimitió de su cargo.

La noche del viernes Duque había anunciado que la reforma ya no incluirá el impuesto a las ventas de alimentos o servicios públicos ni una expansión del impuesto sobre la renta. Pero las protestas contra el proyecto continuaron, señal de que ya era  demasiado tarde.

Uno de los puntos más polémicos era la idea de cobrar impuesto a la renta a personas que ganen un sueldo mensual de más de US$663, en un país donde el salario mínimo es de US$234.

La ley proponía, además, imponer el cobro del Impuesto del Valor Agregado (IVA), que en Colombia llega a un 19%, a productos de consumo básico como los servicios públicos (agua, luz y gas), servicios funerarios, objetos electrónicos como computadores, y otros servicios hasta ahora exentos.

Lo cierto  es que el gobierno  de Iván Duque  atraviesa por una crisis terminal, el pedido es que renuncie. Después de esta  masacre, dudamos  mucho  que  recupere  confianza  y mucho menos adeptos   a un proyecto neoliberal que se quiere imponer  a sangre y fuego en Colombia.

 

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