Opinión

Vergüenza ajena.

Por  Margarita Pécora   –

Gracias al  impresionante auge de las tecnologías de la  información, el  mundo está mirando  hoy a la Argentina en tiempo casi real.  Desde todos los  puntos cardinales del planeta  hasta el más neófito de los seres que lo habitan, sabe  como mínimo,  que la Argentina es la  cuna  del astro del futbol Diego Maradona, autor de aquel  golazo histórico  contra los ingleses;  sabe que también esta tierra parió  a  Messi, para  multiplicar las hazañas,  y que esta misma maternidad de  celebridades, alumbró también al Sumo Pontífice del Vaticano:  el  Papa Francisco.

Pero  lo que podría  ser para sus habitantes,  un motivo de  gran orgullo en el reflejo  de la Argentina actual hacia el mundo,  se ha convertido en los últimos meses en una sombra que  empaña  esa imagen,  y lejos de motivar admiración, empieza a  provocar vergüenza  ajena.

Y es porque  a estas alturas del partido, cuando faltan  apenas 12  días para decidir en el balotaje  el destino de los  44 millones de  argentinos,  varias  encuestadoras demuestran una paridad entre los dos candidatos a presidentes,  e incluso una ya da como ganador a Javier Milei  en un cálculo que nos deja perplejos cuando abundan tantas pruebas de las propuestas antipopulares del libertario, que, por solo citar un ejemplo pretende hacer volver las AFJP para que administren de forma privada las pensiones, lo cual crea  un sistema injusto.

Por estos cálculos premonitores de las Consultoras, surge la enorme duda, no ya sobre el  desequilibrio emocional, sicológico  del  raro  personaje que  amenaza con sentarse al volante  de esa gran nación;   ahora la  preocupación  de  sicólogos sociales, de analistas políticos, y  observadores  internacionales,  recae en la escasa inteligencia o en la ceguera política  de unos cuantos  millones de  argentinos  representados en  ese  29,99 % de hombres y mujeres jóvenes en su gran mayoría.    que no han  interiorizado   al parecer, las advertencias  de expertos  en las disciplinas de Sicología, Psiquiatría, Semiótica, Lenguaje  No Verbal, entre otras , sobre  de las graves consecuencias  de que llegue al poder  un individuo con el nivel de desequilibrio emocional  que padece Javier Milei.

A esos  seguidores a ultranza del ultralibertario, les importa poco lo que, por ejemplo alertaron por varios Medios de prensa,  estudiosos en temas de Defensa y armamento,  sobre el peligro que representaría para  el propio pueblo, el que  el libertario haga realidad su promesa de liberar la portación de armas de fuego,  cuando tenemos noticias constantemente desde los Estados Unidos de Norteamérica, de verdaderas masacres colectivas provocadas por tiradores en escuelas, supermercados, restaurantes, y cuanto  lugar público eligen para matanzas colectivas.

A estas alturas, honestamente, ya uno no se pregunta si Milei  esta cuerdo o no, o si se vendió a Macri, porque es un hecho probado; lo están abandonando sus candidatos electos y el barco de La Libertad Avanza comienza a hacer agua.   Lo que ahora nos cuestionamos es,  qué grado de salud mental tienen  los que no perciben esas señales, y persisten en seguir a Milei,  atrincherados  como están, en el   malestar y descontento- que nos provoca  a todos por igual,  la actual situación económica del país-,  sin  comprender que hubo una pandemia y  una sequía arrasadoras. Aun así, muchos  se comen el cuento de los políticos todos ladrones, y  se dejan arrastrar por el  odio hacia la casta…

Como mansas ovejas, estos  simpatizantes enajenados, marchan detrás de Milei,  un individuo  marcado síquicamente por el abandono, negador de sus propios padres, adorador sobrenatural  de una hermana,  y  de animales de cuatro patas que logran  desconcentrarlo,  por ejemplo, de algo tan importante como una entrevista televisiva  que está siguiendo todo del país.

Sostienen los estudiosos del fenómeno Milei, que este público obsesionado con votarlo, son en su mayoría  jóvenes, algo ya conocido;  que son usuarios de las redes sociales y creen  en místicas,  y fantasías,  lo que explica que aprueben ideas tan delirantes y  autoflagelantes y a la vez  mercantilistas,   como  la posibilidad de vender un  riñón, o una criatura, o  que se crean la narrativa libertaria de un  Milei que se aprovecha de la frustración de  estas personas  para hacerles creer que se puede ser libre de todo Estado, que uno se puede autogobernar sin necesitar ningún tipo de ayuda, que de repente podría comenzar a cobrar en dólares,  aunque ninguno sepa cuán real será el tipo de cambio,  ni a cuántos años luz se hará realidad.

Lo más bochornoso es que la   prensa internacional se burla en programas  estelares de televisión,  de la paranoia del  hombre del peluquín que ya es  parodiado  por  sus más extravagantes gestos de furia,  blandiendo una motosierra,  o un martillo para derrumbar maquetas; o en otros más calmos donde le  sale el tic nervioso, o  una sonrisa horizontal, a veces macabra, cuando lo aprietan con alguna pregunta  en la tele.

No es así de agresivo  ni estrambótico el pueblo argentino.  Este es el país de gente cordial, amistosa, que comparte el mate en colectivo, o le tiende una cobija al que duerme a la intemperie, sin importar quién es.  Este el pueblo que recoge cartones con dignidad, pero manda a sus hijos a universidades públicas,  y se siente orgulloso de su tierra que puso satélites en el espacio y  tiene cinco premios Nobel en diversas disciplinas, que  pasaron por los claustros de la UBA en sus dos siglos de historia.

¡Cómo dejarse  embriagar por  las ansias de poder  de quien se cree dueño de una inteligencia superior, pero no está preparado para presidir un país, porque  esa sola idea  le produce un miedo  inquietante! El pueblo argentino sabe recuperarse de los reveses y limpiar su imagen  para ir por nuevas y mejores victorias, y esa habilidad  debe sacarla a la luz ahora, para limpiar  un honor  que se está empañando en el escenario internacional,   con la irracionalidad  de un individuo paranoico que escucha voces  y se desordena.

Lamentamos que   unos cuantos  han perdido la brújula y el sentido común, pero el  19 de noviembre tienen  la oportunidad  de demostrar la inteligencia de un país de grandes, eligiendo con cordura y  no votando en blanco.

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