Una pelea cubana con puntos suspensivos…

Por Margarita Pécora B. –
Las insólitas protestas populares que estallaron sobre el pavimento en diferentes localidades cubanas el pasado domingo, cumplieron hoy una semana. Desde entonces cubanos tanto de adentro como de afuera de la Isla, viven jornadas de tensión y dolor expresadas en marchas y contramarchas, como la que llevó a cientos de cubanoamericanos residentes en distintos condados de La Florida y del epicentro miamense, hasta las puertas de la Casa Blanca en Washington, a reclamarle al presidente Joe Biden que autorice una intervención militar para deponer por la fuerza al presidente cubano Miguel Díaz Canel, argumentando con dramáticos discursos de barricada salpicados de graves insultos, que quieren ‘liberar a Cuba del régimen castrocomunista’ como obsoletamente suelen nombrarlo desde esa orilla opuesta.
Asombra que ninguno de esos cientos de manifestantes, muchos de los cuales emigraron de la Isla por razones económicas que engendró el propio bloqueo de EE.UU., reclamó a Biden que cumpla su promesa de revisar el tema Cuba, y derogue al menos algunas de las medidas más asfixiantes que Donald Trump le dejó como contraprestación a la mafia miamense por el respaldo electoral que le dieron en su momento, y que están dirigidas a castigar al país caribeño, para que reciba el tiro de gracia junto con la pandemia y se termine de poner de rodillas.
Ninguno le exigió a Biden que use sus prerrogativas presidenciales para abolir, al menos, aquellas que impiden el envío de remesas a las familias cubanas, o los viajes, o las transacciones bancarias, por citar algunas.
Insultos vulgares e irrepetibles, con enorme carga de odio y desprecio, ha cobrado el presidente cubano Miguel Díaz Canel, cuando respondió a hechos vandálicos durante las protestas con ‘la orden está dada, a la calle los revolucionarios”, desatándose una pelea a palos, piedras , puños, pero donde no hubo como en Chile, Colombia, ni los propios EE.UU., carros hidrantes, ni tanques blindados en las calles cubanas; de todos modos fue una pelea endemoniada que lesionó el alma de los cubanos y dejó una herida abierta.
Por lo visto triunfó desde el plano movilizativo, la colosal campaña político mediática que usó la etiqueta SOS CUBA, engendro del terrorismo mediático de estos tiempos, encargado a influencers y blogueros anticubanos desde Miami, aunque algunos analistas evalúan que les salió ‘el tiro por la culata’.
En primer lugar porque no han logrado que Biden se interese seriamente por Cuba, ni les complazca en la injerencista acción de ordenar una intervención militar contra la Isla, y en segundo lugar, porque no han conseguido que el gobierno de Díaz Canel ceda a reclamos por la fuerza, mucho menos tomando las calles que en Cuba se considera son “de los revolucionarios”. Biden consignó que el comunismo es un sistema fracasado, y que el Estado cubano es fallido, pero no accede a la presión de una aventura bélica contra el verde caimán, ya sea porque no le interese económicamente, o tema chocar con la respuesta que darían Rusia o China-sus principales rivales-si intentara tocarle un solo pelo a Cuba. Las medidas que, en cambio, estudia para aliviar la crisis, se interpretan como una ofensa, una burla.
¡Qué es si no, la promesa de enviar vacunas al primer país de A. Latina que produjo la suya propia con una altísima efectividad, para cuya vacunación masiva y “gracias al bloqueo”, tiene que pedir donaciones de jeringas a los amigos en el exterior; cómo catalogar que en lugar de suspender medidas económicas para favorecer a los trabajadores del sector no estatal cubano, prefiera complacer a los manifestantes que se quejan de los cortes de internet en la isla, estudiando restablecer el servicio a saber de qué intrusa manera.
Nada tranquiliza hoy a las hordas envenenadas de odio que lo mismo disparan diatribas contra la parsimonia de Biden tildándolo de ‘viejo senil’, que defenestran al Papa cuando al expresar su preocupación por los ‘momentos difíciles’ que vive Cuba, instó al diálogo y la solidaridad. La baja calaña de los terroristas mediáticos, se ha traducido en irrespetuosas expresiones que atentan contra la investidura papal; lo mismo han hecho contra Michelle Bachelet, comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, cuando exigió liberación de detenidos de las protestas en Cuba e instó al diálogo.
Ninguno apela al diálogo diplomático de altura, ese capaz de resolver conflictos binacionales y encontrar salida al diferendo.
Por lo pronto, el Tío Sam no enfilará la proa de su escuadra de guerra hacia las costas cubanas, como están exigiendo los que desde la orilla floridana olvidan que sus familiares serían los primeros en sucumbir en un genocida baño de sangre.
Leonardo Padura, prestigioso intelectual cubano, que ha mantenido una postura crítica pero respetuosa sobre el modelo cubano, rechaza la actitud de los compatriotas en La Florida respecto de la existencia del bloqueo estadounidense cuando dice: “Creo que cualquier cubano dentro o fuera de la isla sabe que el bloqueo o embargo comercial y financiero, como quieran llamarlo, es real y se ha internacionalizado y recrudecido en los últimos años, y que es un fardo demasiado pesado para la economía cubana.
Del mismo modo, el autor de la célebre novela “El hombre que amaba a los perros”, se alarma del pedido de los cubanoamericanos de una intervención militar, y lo plasma diciendo “creo que nadie con un mínimo de sentimiento de pertenencia, con un sentido de la soberanía, con una responsabilidad cívica puede querer (ni siquiera creer), que la solución de esos problemas venga de cualquier tipo de intervención extranjera, mucho menos de carácter militar, como han llegado a pedir algunos.”(..)
Hoy el dedo acusatorio de la disidencia cubanoamericana, apunta contra el gobierno de Díaz Canel, porque se empeña en continuar el modelo credo por Fidel, y los números no le cierran. Pero, ¿acaso se le ha permitido demostrar si con el levantamiento de las 243 medidas del injusto y extraterritorial bloqueo económico, que su gobierno puede poner de pie la economía nacional y que un diálogo social abierto y democrático pueda rectificar el rumbo por el camino de más democracia sin ceder a principios ni soberanía? Esa oportunidad le ha sido vedada, por eso la reconciliación entre los cubanos de adentro y de afuera es hoy, un enunciado en suspenso.




