UN PAÍS CONFUSO

Por Simón Radowistky.

Sabemos que los medios hegemónicos viven y facturan de las llamadas “fake news” o noticias falsas. Sin embargo, opinamos sobre lo que dijo Radio Mitre, el Baby o el Jonatan. Hablamos de escritores que no leemos y sabemos más que filósofos y sociólogos por el solo hecho de ser más jóvenes o vivir en el siglo 21, pero lo único que logramos es confundir y confundirnos porque la realidad nos supera y no pasamos del recuerdo o la ficción.

Alguna vez Simón Bolívar en un discurso dijo: “Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción, la ambición, la intriga, abusan de la credulidad y de la inexperiencia de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil, que adoptan como realidades. Las que son puras ilusiones, toman la licencia por la libertad, la traición por el patriotismo y la venganza por la justicia”.

Quien más, quien menos se siente informado, sabio, culto o con derecho a estafar a la libertad de expresión diciendo cualquier cosa y enojándose si le manifiestan su error. El mejor gobierno para las mayorías es aquel que la tiene presente, que al menos la visibiliza. Sin embargo casi un 40 por ciento adopta a empresarios corruptos para que los gobiernen. Ese 40 por ciento no es mayoría, ni rico como el empresario gobernante, sin embargo prefiere darle el voto al opresor en su papel de oprimido.

Sin duda, a pesar de algunos dirigentes, el peronismo se ocupó de las clase bajas y medias pero un segmento importante de la sociedad vota al oligarca que solo robó, fugó y huyó. A quien le otorgó derechos la descalificó, la calumnió, la insultó. Eso se explica porque la calumnia es hija de la ignorancia y hermana gemela de la envidia.

A pesar de bucear e investigar para llegar a la verdad, para el “informado” más cómodo es encender un aparato y creerle a cualquier oportunista que cobra millones por integrar los tanques de pensamiento de la derecha.

La oligarquía en nuestros pagos y las transnacionales en el planeta saben como llegar, como dominar, como oprimir. El día que se dieron cuenta que la información era negocio, ese día desapareció la verdad y la mentira siempre estuvo de moda.

Jorge Wagensberg dijo alguna vez que: “Las verdades se descubren, las mentiras se construyen”. Esta sociedad no puede entender que los medios determinan su vida con la mentira como línea editorial.

Si usted tiene un derecho a vacacionar, a cobrar un aguinaldo, a jubilarse si fue ama de casa o a casarse con alguien del mismo sexo, sepa que fue otorgado por un movimiento que siempre fue vituperado, sancionado, descalificado. En cambio, aquellos que endeudaron y mantuvieron con una sonrisa a la clase alta burlándose de usted, jamás son criticados. Alguna vez debe convertirse en un gil avivado y dejar de pertenecer al Sindicato de Giles Unidos para ser saqueados for ever. ¿No le parece?