Noviembre está casi a la vuelta de la esquina. Las hojas del calendario se están desprendiendo demasiado rápido para alguien porque se acerca el 3 de noviembre, fecha de las elecciones presidenciales en Estados Unidos.
Esto, lejos de entusiasmar, asusta al candidato presidencial republicano Donald Trump, quien diera lo que tiene, y lo que no tiene también por atrasar el reloj buscando ganar algo de tiempo para ver cómo mejora la intención de votos que lo ubica en franca desventaja frente a su oponente, el demócrata Joe Biden quien lo supera por 10 puntos.
Pero la cuenta ya es regresiva y no hay tiempo para borrar los hechos negativos que involucran al magnate de discurso provocador y arrogante, quien no solo ha actuado mal en el manejo de la pandemia que sigue colocando a ese país, primero del mundo con más muertos -sobre los 185.000 estadounidenses-; también acumula un serio revés por los episodios de violencia racista contra los afroamericanos, y ahora para colmo, se mete con los héroes de la guerra.
Por eso a estas alturas del partido, Donald Trump hace esfuerzos desesperados por achicar la ventaja que le lleva Joe Biden quien sigue liderando con un 52% frente al 42% de Trump, según el último sondeo del que tenemos noticias.
Varios medios norteamericanos dan cuenta de que el inquilino de la Casa blanca, usó un lenguaje despectivo sobre los soldados estadounidenses caídos. ¡Un clásico de Trump!, insultar, herir injuriar sin pensar en las consecuencias. Ya en 2016 dijo que el entonces senador de Arizona, John McCain, ex prisionero de guerra, «no era un héroe de guerra».
Aunque las elecciones siempre son una caja de sorpresa; no es menos cierto que los atropellos, las teorías de la conspiración y el drama en el discurso, hacen casi imposible creer que Donald Trump pueda llegar con buen pronóstico a las elecciones de noviembre.
En contraste, el candidato demócrata Joe Biden viaja por el país, da señales de inclusión a los afroamericanos, y ofrece una visión alternativa de un liderazgo sobrio al estilo presidencial, marcando una clara diferencia de personalidades y de intenciones de gestión, entre ambos candidatos.
No obstante, es justo reconocerlo, Trump tiene una ligera ventaja sobre Biden entre los votantes hispanos de La Florida, donde se concentra una gran parte de la comunidad cubano-americana y algunos venezolanos anti chavistas.
A propósito, la reelección de Donald Trump significaría una tragedia para Cuba y Venezuela, dos países que sufren el brutal recrudecimiento de medidas y sanciones del gobierno del actual presidente norteamericano, empeñado en hacer rendir por hambre a esos pueblos y voltear a sus gobiernos.
Recordemos que Trump revirtió los avances hacia Cuba de su antecesor Barack Obama y recrudeció el embargo económico contra la Isla, en medio incluso de la pandemia del nuevo coronavirus. Más crueldad es imposible de imaginar.
Un segundo período de Trump sería, repito, fatal para Cuba, pero tampoco hay que creer con Joe Biden van a ganar un amigo; a pesar de que en el caso de Cuba, iría a la restitución de la política de Obama.
En cuanto a Venezuela, se dice que Biden levantaría las sanciones a los envíos de petróleo de Venezuela a Cuba, aunque el demócrata parece coincidir con Trump en lo de mantener sanciones financieras contra la isla, por su apoyo a Maduro.
Sobre Venezuela señaló Biden que ‘la política del presidente Donald Trump ha sido fallida y que ha servido para consolidar el régimen de Nicolás Maduro’. Además anunció que en su eventual gobierno se aprobaría un estatus de Protección Temporal (TPS) a los venezolanos en EE.UU.
Biden está bien posicionado en todas partes mientras la campaña de Trump insiste en que las encuestas están equivocadas. La última palabra, la tendrán, sin dudas, los votantes el 3 de noviembre próximo.
