
Según el prisma con el que mira la periodista Margarita Pécora, “la crisis por la que atraviesa hoy EE.UU. tiene a Donald Trump acorralado en su propia madriguera imperial, donde ha perdido el sueño y tambalea peligrosamente su pretensión de perpetuarse en el poder en un contexto donde el capitalismo neoliberal ya está dando coletazos”.
“Como fiera herida en su propia madriguera imperial”, -califica Margarita al presidente norteamericano Donald Trump- quien “aparece en el centro de la imagen de caos en EE.UU. que está recorriendo el mundo. Primero lo vimos atemorizado refugiándose en un búnker para no ser blanco directo de la ira y el dolor de los manifestantes por el crimen de George Floyd a manos de un policía blanco”.
“Luego, en un intento desesperado por conseguir respaldo electoral de los evangelistas blancos a los que ha apoyado y le deben favores, Donald Trump posa para las cámaras con la biblia en alto, un hecho que la propia diócesis de Washington calificó de abuso y referentes de otros credos tildaron de repugnante acción del presidente de EE.UU”.
Hubo una puesta en escena más que protagonizó al estilo de hollywoodense, y del más grosero pistolero del Oeste. Luego de ordenar que repriman a cientos de manifestantes con bombas lacrimógenas, para asegurarse una caminata simbólica por el parque Lafayette de Washington hasta la Casa Blanca, Trump cruzó solo pero desafiante, ese corto trecho para mandar un mensaje de fuerza a los manifestantes “ingobernables”, que pusieron al rojo vivo a más de 50 ciudades en Estados Unidos, al calor de las protestas por la muerte de George Floyd que en muchos casos se tornaron violentas cuando la gente airada, tomó las calles sin importarle siquiera el riesgo de súper propagación del coronavirus.
“Decenas de ciudades en Estados Unidos decretaron toques de queda durante el fin de semana a raíz de las protestas de los últimos días y las autoridades registraron más de 4.000 arrestos en todo el país”.
“Donald Trump no imaginó el caos que produciría el salvaje acto de racismo. Ni él ni sus asesores más cercanos de la Casa Blanca calcularon lo caldeado que estaba el ambiente por la elevadísima suma de muertos -más 100 mil muertes por el Covid-19- y los millones de desempleados que está dejando agravado por las erráticas decisiones del mandatario y su ambivalencia respecto del protocolo sanitario que debió seguir para proteger a sus habitantes”.
“A Trump -considera la periodista-, le falló incluso la estrategia de indicar a los monopolios de la información a su servicio, que amarilleen todo cuando puedan con el espectacular acople de una nave espacial, que quiso utilizar como cortina de humo para los disturbios y protestas que se desataron por la muerte de George Floyd, a quien todos vimos claramente por la grabación de un transeúnte, cómo un policía blanco lo inmovilizó, ya esposado, con la rodilla en el cuello durante varios minutos, pese a sus ruegos de que no podía respirar”.
“Ya ni siquiera le funciona a Trump alimentar el ego de los norteamericanos anunciando que “Estados Unidos tendrá muy pronto las mejores armas de la historia y el aterrizaje a Marte”. Ya no puede impedir que el mundo se entere de la magnitud de la indignación que desató este crimen racial -uno más en la larga cadena de hechos salvajes contra personas de color en EE.UU-”.
“Si alguien esperaba que Trump se pusiera del lado de los negros maltratados en ese país, se equivoca, -remarca Margarita-, porque el presidente norteamericano ni corto ni perezoso calificó de “matones” a los manifestantes y los amenazó con activar al Ejército “muy rápido””.
“Las tres ceremonias fúnebres que se realizarán para despedir a Floyd representan para el presidente, una amenaza latente para sus intentos de apaciguar los ánimos, con ejército en la calle y toques de queda -alerta la colega-. Trump ha perdido el sueño porque ve tambalearse peligrosamente su pretensión de perpetuarse en el poder durante las elecciones de noviembre próximo”.
“En el fondo de las críticas por la violencia de los manifestantes que incendiaron o saquearon las sedes de negocios poderosos, está la decisión de una parte del pueblo norteamericano de asestar un duro golpe a los bastiones del capitalismo neoliberal que ya se muestra agonizante en Estados Unidos, con el agravamiento de las desigualdades, el sufrimiento social por los desempleos masivos (ya casi 42 millones), la sobrexplotación humana y la brutalidad de un fenómeno que es endémico en Estados Unidos como es el odio racial”.
“Se trata de un país -explica-, donde un niño de 5 años en el jardín de infantes tiene cinco veces más probabilidades de ser expulsado en función del color de su piel; un país donde hay una crisis de mortalidad materna tres veces mayor para las mujeres de color; y una riqueza 100 veces más grande en manos de los blancos que de los negros” -concluye Margarita Pécora-.




