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Opinión

TODOS SABEMOS QUE NO SABEMOS NADA

Por  Gabriel Princip

El argentino promedio sabe todo. Siempre tiene razón partiendo de cualquier concepto, equivocado o correcto pero tiene razón. Todo dirigente elimina la autocrítica y emplea la crítica con la mentira y la trampa como factor común. Solo Sócrates se ubicó y dijo yo solo sé que no se nada. Claro, no era argentino. Acá todos sabemos todo o sabemos que no sabemos nada pero siempre tenemos razón.

Tiene que ver la educación dándole la razón a Bernard Shaw cuando dijo “desde muy niño interrumpí mi educación para ir a la escuela”. Claro que aquí se emparenta con el  sentido común que no ha vuelto del exilio y espera en la frontera de la cultura para ver si migraciones le otorga el permiso para ingresar en la inteligencia argentina.

En “Los profetas del odio” se puede leer: “se dice del sentido común que es el menos común de los sentidos. El sentido común es simplemente el buen sentido y todos los tenemos, pero sepultado bajo los resabios que nos deja una formación cultural iniciada por un mundo  desvinculado de la realidad y constantemente deformado por los medios de información y de cultura. Lo que pasa es que tenemos dos clases de respuestas, las que damos, y nos damos, como hombres del común, y las que damos y nos damos como “cultos”, contestando al “docente” como educando. Por hábito hacemos entonces a un lado el buen sentido y nos ponemos en el tono intelectual que reclama la “docente”. Bastará con no ponernos el guardapolvo blanco del educando para que colocados fuera del “año lectivo” contestemos con la naturalidad de la calle y del hogar, espontáneamente”.

Y  una mesa de café observamos discusiones estériles donde todos los parroquianos tienen razón. En la postrimerías  del asado dominical parientes y  profesionales discutiendo sobre la nada misma amprándose en títulos terciarios nulos de legitimidad pero legales ante los ojos de la burocracia. Y todos haciendo eje en el noticiero, la radio, el título de abogado o en el clásico “ que me vas contar si yo la viví”. Claro que no todos están anoticiados que fuimos mal educados, que la historia que estudiamos es y fue fraudulenta, que se ha falsificado y en lugar de visitar una biblioteca optamos por el “ que sabés vos” o el tradicional “ con vos ya no se puede hablar”.

La historia que cuenta Mitre y que toma el poder para trampearnos en nuestro saber es absolutamente mentirosa. Cuenta Arturo Jauretche,“ en el espíritu que informa la “línea Mayo Caseros como dice Fermín Chavez- que en este sentido es totalmente expresiva de nuestra intelligentzia-, Mayo no se hizo para construir una Nación como fin en si, ésta se realizaba como medio para llegar a lo que Caseros logró, la creación de un sistema institucional. Así los atributos que corresponden a la nación son subsidiarios d los que corresponden a lo institucional, de aquí que la traición a la patria no resulta de la negación de su soberanía, sino de la alteración de su régimen institucional. En tal mentalidad atentar contra el mismo es motivo de proceso previsto en la Constitución, no lo es aliarse  con el extranjero si el motivo es defender las instituciones, cualquiera sean las concesiones que al extranjero se hacen, y que son imprescindibles porque el extranjero recaba precio. Esta actitud era lógica en los vencedores de Caseros que contestaban así a su alianza con el extranjero como medio para realizar lo institucional, pero se sigue adoctrinando sistemáticamente en la enseñanza de la historia para lo cual los réprobos son los que defendían la soberanía y los próceres los que la traicionaban para fines institucionales”.

Con lo cuál si seguimos este razonamiento podemos establecer que la enseñanza primaria no ha estado dirigida a la formación de hombres sino a la formación de ciudadanos. Según Jauretche “no se ha querido formar hombres para la patria, sino ciudadanos para las instituciones, que son el fin de aquella, pues la Argentina no es una continuidad en devenir histórico, sino el inmóvil punto de apoyo de las instituciones inmovilizado en el ideario que las creó”.

En una palabra no estamos formados para la patria grande sino para la patria chica, esa que habla de república y otras yerbas y no hace hincapié en la tierra, en la soberanía, en la justicia social y menos en la independencia económica.

Y seguiremos repitiendo como loros que Sarmiento iba al colegio hasta los días de lluvia, cuando en el Cuyo en esos años llovía un día por año, que Colón descubrió América y no la invadió, que la campaña al desierto era correcto asi nos sacábamos de encima a los indios en lugar de decir que era apropiación de tierras y esclavos para la oligarquía, que la revolución de mayo fue eso y no una operación probritánica y demás sandeces que hacen de un profesional universitario un ignorante. Por eso todos sabemos que no sabemos nada.

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