
El tirano de la libertad poco entiende de libertad. Tan poco como lo entienden sus súbditos, víctimas y victimarios del infame líder que ven desde sus casas.
Lo ven desde sus casas porque por más que salgan a las calles burlando a una peste no tienen nada que hacer.
No tendrán nada que hacer porque el trabajo les es esquivo en estos momentos.
El tirano de la libertad desde un pedestal vigila al mundo.
Los súbditos trascienden fronteras y están diseminados en el mundo sedientos de esclavitud, y de las peores. Porque son esclavos que piden esclavizar.
Discuten que figura poner en sus nuevos billetes, como si les importara…. intentan envolverse en una discusión de hace décadas pero el único billete que les importa no tiene a sus próceres. El billete que les importa es verde, con figuras del país gobernado por el tirano de la libertad. Esos súbditos hablan de tener como norte la legalidad, pero se ponen locos con el billete ilegal.
Sin embargo los tiranos de la Libertad, que los desprecian, se fueron modernizando y no discuten de temas de hace décadas. En su momento impusieron por la fuerza a sus virreyes en otras partes del mundo, cuando estos no les sirvieron más los sacaron y buscaron imponer líderes.
A todo esto, poco les importa los virreyes también. Que son otra forma de esclavos que como un amor no correspondido le dieron todo…hasta sus vidas.
El mundo gira, mecanismo de traslación y rotación que en el Imperio de la Libertad lo entienden bien. El tirano libertario ya no envía tanques a sus colonias, ahora envía ayuda humanitaria.
La conquista es territorial, son recursos, la batalla con el pueblo ya la ganó hace rato.
Con paciencia milenaria otro imperio sabe que el tiempo le juega a favor y es cuestión sólo de esperar…décadas, o centenios quizá pero el gigante lo va a aplastar.
Mientras tanto, el tirano de la Libertad no le encuentra la vuelta al problema. Sus súbditos son antes que nada gente simple… dinero y agitar bandera.
El dinero no está, millones y millones que no tienen forma laboral de conseguirlo. El tirano lo sabe y va en búsqueda de lo más visceral que se extiende en sus súbditos. Todo imperio se recibe de tal cuando consolida su soberanía en las colonias, y no solamente cuando conquista.
Julio César nunca fue emperador de Roma, llegó al cargo máximo dentro de la República que era el de Director Supremo, y es reconocido por su ingenio a la hora de batallar. Tres siglos antes de la formación del Imperio, un hombre llamado Polibio ya documentaba la expansión romana. Sin embargo, la expresión latina “Imperium Romanum” significa literalmente “Dominio de los Romanos”.
El tirano libertario puede que desconozca su significado pero entiende que el manotazo de ahogado llegará de la mano de expandir su dominación. Esto es muy riesgoso porque ya no es un juego perverso en el que dos hombres amenazan con atacarse. A esta altura el panorama es más oscuro y por eso comienzan estos manotazos de ahogado, tan malignos como realistas.
Es un pensamiento lógico, sí Imperio es igual a expansión más dominación. Uno de esos factores que es la expansión ha quedado fuera de moda, lo que resta es la dominación. Como al líder obeso al que amenazaba en sus inicios es imposible que lo pueda dominar, la única chance de que sus súbditos le rindan pleitesía es apuntar todos los cañones a una nación que pueda dominar.
Esta nación resiste como puede, pero como en una película previsible… todos sabemos que es cuestión de que el Tirano decida qué hacer. O como él mismo dijo: lo tiene rodeado.
Siempre en nombre de la libertad, y así el mundo sigue girando: rotación y traslación.




