Por Gabriel Princip
El retroceso que acontece en la actualidad, gracias al gobierno de derecha que fijó sus asentaderas en el sillón de Rivadavia, es al menos impune. El relato que tanto se criticó del gobierno anterior fue suplido por otro recargado con malicia y discriminación.
La discusión sobre la cantidad de desaparecidos, la visibilización de Aldo Rico y represores que de apoco vuelven a sus hogares, más una represión económica y recorte en derechos nos trasladan en la historia a la década infame.
La tilinguería que se observa en todo el gabinete, mal predispone a cualquier cultor del pensamiento nacional y miembro de la cultura. Ver como esta administración no tiene en cuenta a la ciencia, la cultura, la historia y menos aún al pueblo en general es meterse en el túnel del tiempo y encontrar a los soldados vencedores de Caseros.
La historia hoy en día está siendo falseada. Los chicos que empiezan la primaria llegaran a la adolescencia creyendo que el General Videla estaba a la altura de San Martin, que Aldo Rico fue el vencedor moral de Malvinas y que Macri nos salvó del zurdaje que venía a imponer la dictadura del proletariado.
Juan José Hernández Arregui en su obra “La formación de la conciencia nacional” escribió: La oligarquía renueva en el presente las calumnias con que esa población nativa es presentada por una historia escrita por uno de los suyos, Bartolomé Mitre. Este odio al pueblo, que Sarmiento ayudó a difundir, se cuida de citar a otros testigos de la época. Argentinos que no renegaron de esas masas criollas plasmadores de la nacionalidad”.
Quizás esto no lo sepa Macri, pero si su ministro de cultura y aquellos encargados de diseñar la trampa cultural de este tiempo. Arturo Jauretche iba un poco más allá y en su libro “Política Nacional y revisionismo histórico” escribió: “No hay política nacional sin historia revisada, por que el cipayo y el vendepatria son consecuencias lógicas y hasta prestigiosas en una historia que ha condenado la política nacional y glorificado la sumisión al extranjero”.
Definitivamente fue una década ganada, a pesar de los errores. Aunque los voceros de la derecha, tilingos y cipayos mencionan a la gestión K como la década perdida. Desde la cultura, el peronismo haciendo base en el pensamiento nacional tiene más soldados en su causa para la difusión de las ideas, lo que no posee es el capital. Hoy el vil metal lo manejan las grandes corporaciones que de a poco van transformando la historia con los sicarios de la verdad y los mercenarios de la información.
Hernández Arregui escribió en su momento que: “El capitalismo monopólico, es acompañado, como la sombra al cuerpo, por el imperialismo cultural. Los medios de producción, la tecnología en su conjunto, pertenecen a una exigua minoría de grandes empresas”.
Hoy la verdad ha sido asesinada por aquellos pseudo periodistas que a través de la caja boba portan el arma más letal de todas la épocas, la mentira.