Jannah Theme License is not validated, Go to the theme options page to validate the license, You need a single license for each domain name.
Opinión

TILINGOS POR TV

Por Dany Wilde.

La televisión originó decenas de tilingos seriales que con una sonrisa son capaces de decir cualquier cosa, con tal de ser políticamente correctos. Pero para destacar podemos citar la banda de desinformadores encabezados por Jorge Lanata, Leuco, Feinmann, etc. y desde la actuación el dúo Mirtha-Susana. De estos dos grupos lo único que podemos obtener es glamour, odio e ignorancia. Pero detengámonos a uno solo, o mejor dicho hablemos de alguien en particular.

Mirtha, la diva, la estrella, la que se gana la vida almorzando desde 1969 que recibió cientos de premios por sonreír al empresariado, porque el talento actoral hace rato que vacaciona.

La Mirta es la muchacha, nacida en Santa Fé, que votó al peronismo del ‘46, que asistió al velatorio de Evita y que para la época ya era millonaria. Es la misma que en 1954 le pide a Apold, vocero de Perón, que intercediera ante el general para obtener un crédito y poder filmar en España. Es esa, que filmó en la península ibérica y retornó a la Argentina cuando Perón fue sacado del gobierno y solo dijo que retornaba a un país libre y desde el exilio. Eso sí, la plata del tirano le sirvió para filmar.

Es esa Mirta que aplaudió militares públicamente mientras un sobrino suyo era perseguido por los uniformados. La misma que destacó las virtudes de Videla al unísono con Susana Giménez. Luego haría lo propio con Menem y Macri.

Es esa que llamó “presidente serio” a Videla y “dictadora” a Cristina, esa es Mirta. La que tiene opinión propia y en lugar de hacerse cargo de su juicio de valor hace cómplice a la gente. La gente dice, la gente quiere, la gente opina y no es la gente, es ella.

Es esa que siempre escondió la elección sexual de su hijo. Roberto Piazza, siempre cuestionado en sus almuerzos, supo decir alguna vez: “por muchos años, la familia Legrand para mi fueron Mirtha, Elvira y Elba. Al tiempo, mis amigos me comentaron que tenía un hijo gay. En su vida ella me habló de su hijo. Lo conocí en un pub donde normalmente iba gente más seria sin saber quién era. Mirtha nunca se enteró que tuve una relación con su hijo. No se lo dije y no creo que haya tenido un diálogo muy cercano y probado con el hijo sobre su vida. Nunca llegué a hablar cosas inteligentes con ella. Solo le tenía un falso respeto. Ella no me hablaba de Daniel, ni él de ella. Y eso que a Mirtha la veía más que a mi vieja”. Texto del libro “Los pro-fetas del odio” de Carlos Caramello.

Pero ¿Qué le puedo seguir hablando de Mirtha? si usted la conoce. ¿Usted se acuerda de frase como: “se vino el zurdaje”, de “yo voté a este gobierno” (por Macri), de “la dictadora Cristina”?, de los comentarios sobre la muerte de Néstor, de los invitados a su mesaza integrada por la flor y nata de la derecha y el cipayaje, en fin, ¿Qué quiere que le cuente?

Si le puedo decir que Rosa María Juana Suárez nació el 23 de febrero de 1927 en Cañada de Gómez, Santa Fé y desde su pertenencia a una clase alta miró con admiración a la oligarquía. Aplaudió a sus integrantes que nunca le permitieron sumarse y destrozó a cuanto gobierno popular conociera.

Rosa Suárez tuvo dos hijos con Daniel Tinayre y este tuvo una sucesión de amantes que Rosa conoció. También es madre de Marcela y abuela de Juanita. Una historia poco conocida es la de la profesora Claudia Altobelli. Daba clases en el colegio Blue Bell y tenía como alumna a Juanita. Altobelli manda a diciembre a Juanita. Marcela se presenta en el colegio y ante la profesora dice: “usted no entiende nada. Juana no precisa aprender, es la nieta de Mirtha Legrand. No necesita que usted la apruebe. La traigo a la escuela para cumplir con un trámite, pero ella en su vida ganará tanto dinero con el que usted pueda soñar jamás”. Días después la docente fue despedida.

Así es la familia tilinga de una gran cipaya de la televisión argentina, la diva, la señora Mirtha Legrand.

Mostrar más

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba