
Por Carlos Galli.
¿La religión es el opio de los pueblos?
Quien pronuncio esta frase tajante y sin medias tintas fue Carlos Marx, claro que él lo hizo sin signos de preguntas, sino que lo afirmo en forma contundente.
Recordar que Marx fue el autor de “EL CAPITAL”, libro de cabecera de muchísimos economistas y seguidores del materialismo dialectico, como lo es el Marxismo, generalmente ateo.
Hay millones de personas que, aun en nuestros días, que piensan como Marx, que con su frase, quiso significar que las diferentes religiones, adormecen a los pueblos, y los manejan con miedos y temores y aseguran que todas las religiones, no permiten el crecimiento material de una nación o de una región o directamente, el crecimiento del hombre nuevo.
Otros agobian a los creyentes, que sin religión, es imposible crecer en ningún modo. Declaran que la religión, fuera cual fuese, es vital para el desarrollo de toda la humanidad.
Existen religiones o doctrinas politeístas y monoteístas, como también existe el steísmo y el agnosticismo.
El politeísmo es la creencia en múltiples dioses, en especial los que provenían de la antigua Grecia y Roma.
El monoteísmo es la creencia en un solo Dios, único y verdadero.
El agnosticismo es la postura que considera que la veracidad de ciertas afirmaciones, especialmente las referidas a la existencia o inexistencia de Dios o de una divinidad, además de otras afirmaciones religiosas y metafísicas.
Cabe señalar que del desprendimiento de esto, han nacido sectas y sub divisiones de religiones profesada por millones de personas que idolatran a un simple mortal de carne y huesos.
Sin lugar a dudas, en todas las religiones existen fanáticos que creen ser los dueños de la verdad absoluta y revelada.
Ninguna doctrina o filosofía tiene el derecho de esgrimir que tienen esa verdad revelada, porque en todos los casos lo único cierto es la FE, que es el fundamento para poder tener una determinada creencia.
La mayoría de las religiones o doctrinas en la actualidad, tienen modos y formas cuasi arbitrarias y autoritarias y con dogmas, que en su mayoría son imposibles de seguir para cualquier ser humano de este mundo. Algunas utilizan el pánico, otras más «audaces», usan supuestos milagros, como hechos sobrenaturales o celestiales, mientras que otras, siguen ídolos de barro, se inclinan a ellos, sin darse cuenta, que son ciegos, sordos y mudos. Le hacen absurdas promesas, que generalmente, no pueden cumplir.
Esta introducción, me permite decirles a todos los lectores y lectoras, que en el próximo articulo, será el turno del cristianismo y todas sus variantes, desde sus raíces hasta el tronco de la fe, y definir cómo influye en todos los creyentes y en los incrédulos.




