El Planeta Tierra, creación de la explosión del Big Bang, o creación divina, para los creyentes de las tres religiones monoteístas, nos está pasando factura mediante el COVID-19.
Le hemos hecho tanto daño. Destruimos sus mares, ríos, sus océanos, sierras, montañas, llanuras, valles y quebradas. La flora y la fauna, por nuestras manos asesinas, están en sus peores momentos, muchas en vías de extinción.
Somos 7.500 millones de habitantes de un mundo convulsionado y muchas veces violento. Se crean guerras por razones políticas, religiosas, territoriales, por ser mejores o peores etnias. Un enajenado pretendió crear una raza superior. Se fabrican armas nucleares, bombas atómicas; los «profesionales» de la muerte, esgrimen que lo hacen para brindarnos una mejor calidad de vida y vivir en libertad.
Es tan grande la hipocresía, que merecerían el castigo de algo superior. Se sienten omnipotentes y semidioses, y son simples mortales, con poder de determinar quien vive y quien muere.
Ahora quieren reivindicarse y crean vacunas para «salvar» a la humanidad. La hipocresía sigue intacta, van a vacunar a unos SI y a otros, tal vez, todo depende como sea lograr el mejor negocio.
Los políticos, salvando honrosas excepciones, forman parte de este mundial y perverso negocio.
Nuestro país, no es la excepción, se hace demasiada demagogia con respecto a las diferentes vacunas contra el maldito CORONAVIRUS.
Juegan con los tiempos, algunos expresan que llegaría en diciembre, otros, en enero o febrero, otros más realistas, marzo o abril. No se ponen de acuerdo, o sencillamente no saben o nos mienten.
POLÍTICOS y DIRIGENTES del mundo, la VIDA es un don SAGRADO. ¿Se animan a respetarlo o prefieren ser socios de la macabra muerte?
Ustedes deciden, o sus manos estarán manchadas de sangre; aunque estoy convencido, que esto les importa un ápice, es decir, casi nada.
