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Serás lo que debas ser o si no, no serás nada – Por de Renzis

Lejos de su patria, a las 3 y 30 de la tarde del día 17 de Agosto de 1850, San Martín ganaba la inmortalidad. Cerraría sus ojos en Francia. Rosas, en Inglaterra. Y cuando parecía que Perón lo haría en Madrid, el 17 de noviembre de 1972 el General regresaba.

Por Miguel Angel de Renzis.

Tres muertos ilustres. Tres inmortales por derecho propio, hacedores de la libertad de medio continente, de la defensa de la soberanía nacional y de la justicia social.

Iconos de la tercera posición ideológica, constructores de la Patria Justa, Libre y Soberana.

En el tercer punto de su testamento San Martín decide la donación de su sable libertador al Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas, por la defensa de la soberanía nacional contra la prepotencia extranjera.

En la noche de los pigmeos, allá por 1955, la historia liberal de Caseros se iba a repetir, cuando bautizaron a los años más felices de los argentinos como “la segunda tiranía”.

Los jóvenes de entonces nos preguntábamos cuál había sido la primera, y así descubríamos a Juan Manuel de Rosas.

Ante tanto crimen de la “fusiladora”, sin querer tuvieron una “virtud”: nos hicieron revisionistas.

Pusimos revisar la historia de Mitre, descubrimos el orgullo de San Martín de ser general de la Confederación argentina, supimos de Mansilla y Obligado, y nos dio junto al basamento de FORJA, un gran aporte para la resistencia cultural.

Nacía San Martín, Rosas, Perón, la tercera posición.

Aquel 1º de Julio, cuando se juntaron los tres generales en la síntesis de la inmortalidad, los nacionales habíamos vencido una vez más. Pero faltaba una sola cosa para derrotar los dichos del masón Mármol, cuando sentenció: “… ni el polvo de tus huesos América tendrá”, refiriéndose al Restaurador.

También ganamos la batalla. Rosas regresó con los honores.

En el camino, el fusilamiento de Dorrego y de Valle, para marcar dos hechos casi idénticos, el sargento Cabral que  se transformaba en heroico.

Un día como hoy, el Padre de la Patria se hacía inmortal, y daba inicio a la trilogía del pensamiento y la acción nacional.

En nombre de los que no están, de los que cayeron y de la sangre malvinera, nuestros nietos tendrán el estandarte: San Martín – Rosas – Perón.

La Patria vive en el Gran Capitán.

Serás lo que debas ser o si no, no serás nada.

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