Opinión

SE NOS VAN

Por Gabriel Princip.

Se fue Maradona, hace días Hebe, ayer Pablo Milanés y se van aquellos que representaban, cada uno en su lugar, a una generación. Esa que se antepone a esta de la play, Lgante y Milei. Esa generación de luche y vuelve está transitando el camino hacia el Comando Celestial. La misma que caminó su infancia por los sesenta. Que escuchó a Los Beatles, Los Rolling, la música Beat y Julio Sosa. La que jugaba con sus amigos a la payana sin ostentar ningún juguete caro y haciendo más democrática la preadolescencia.

Todavía resistimos y demoramos el viaje a otro estadio los mismos que íbamos a la cancha a alentar a un equipo y no matábamos al hincha contrario. Los que jugábamos a la figurita y completamos un álbum por una pelota pulpito y no como ahora que se gasta 20 mil pesos en pegar papelitos para que Panini sea en extremo millonario.

Somos los de la Unidad Básica, los de pantalón cortito y bolsita de mis recuerdos. Los de las callecitas de Buenos Aires que tienen un no sé qué, los del pañuelo atado en cuatro puntas y la bici mini roda. Los del chocolate el 9 de julio y la rata en quinto año nacional. Los de la primera novia, el compromiso y el casorio por iglesia con una fiesta de sanguches de miga. Somos los peronistas o radicales, no los de Miles, o diferentes fragmentaciones que el poder nos indica.

Esa generación de a poco deja este mundo. Los que compramos el vinilo de Serrat, Spinetta o Silvio. Los del jamón cocido y no paleta. Esos que tu vieja te llamaba a tomar la leche toddy. Esos que trabajamos de chicos sin explotación infantil, los del orgullo generacional estamos en fila para partir. Eso sí, dejamos una idea de épica y pasión a la espera de que alguien con liderazgo levante la antorcha. Estaremos esperando otro Perón, otro Sandro, otro Lennon, otro Diego, otra Hebe, otra Evita, otro Che. La esperanza no hay que perderla y la paciencia menos. Esa paciencia que nos hace mascullar mientras la tele suspende Bonanza o el superagente 86 para ver a Alberto, Milei, Macri, series que solo arrojan bostezos y deportistas que solo transpiran cuando la temperatura es de 40 grados.

Volver a las fuentes es la solución. Pensar que lo anterior no es viejo, sino que es eficiente y lo moderno no es bueno por su juventud. Pensar en ideales, convicciones y solidaridad es el camino. No buscar el atajo con ídolos de barro, con monedas virtuales, ni mensajes de texto. Volver al afecto, al saber, al libro es la solución. El fracaso lo estamos viviendo. Todo virtual, nada concreto, mucho adjetivo y escaso sustantivo y menos verbo. La vida fue, es y será acción, o sea verbo. ¿No le parece?

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