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Se acabó la fiesta-Por Kurt Wilkens


Mientras se desarrollaba la campaña que determinó el triunfo de Macri en las últimas elecciones, las frases PRO carecían de contenido pero eran completas en críticas, frases tan liberales como reiteradas. “La fiesta de los últimos años la pagaremos todos en el próximo gobierno” o “Ya es el fin de la fiesta” o cuanta frase similar en contenido se hiciera recibía el apoyo del aplauso zonzo y la rechifla suave.

Ganó Macri y las frases en la cadena nacional de Magnetto eran parecidas pero se podían agrupar en una sola: “La fiesta terminó”. Acto seguido, comenzaban las noticias sobre despidos, encarcelamientos y bastardeo sobre los derechos humanos.
Sin ir muy lejos en el tiempo, escuchamos al periodista liberal Maximiliano Montenegro justificar el criminal aumento en la factura de luz. “Entiendo que hay medidas antipáticas que se están tomando pero el gobierno debe actuar ante el despilfarro de doce años que hubo y ocasionó terrible desorden, por eso hoy hay que ordenarlo, hay que pagarlo, ya la fiesta terminó”.
Mientras uno escucha, reflexiona, piensa y se interroga: ¿Por qué el pueblo no debe vivir una fiesta con su gobernante? ¿Por qué el gobernante no debe hacer felices a sus gobernados? ¿En que artículo de la Constitución Nacional indica que el pueblo busca el bienestar de las empresas? ¿Por qué razón la energía de un país la debe manejar una empresa extranjera? Y por último, ¿Quién dijo que el Estado debe ser una empresa eficiente?
Que Edesur nos mande una factura es un hecho normal, lo que no es normal es que esa empresa sea un ente público español y menos entendible es que busque la alegría hispana con el sometimiento argentino.
Esta es una consecuencia de ser gobernados por un gobierno PRO mercado. En su libro “Los vendepatria”, publicado en Caracas en 1957, Perón definió a la llamada “economía libre”: “Una plaza indefensa donde el capitalismo internacional puede operar discrecionalmente para expoliar al país”. Y siguió Perón: “Un día que visitaba la cárcel de encausados porteña, me detuve ante uno de los detenidos de apellido Picabea, famoso pequero, término con que se designaba a los jugadores con ventaja, y le pregunté:

-¿Usted es jugador fullero?
-No señor presidente, yo ayudo a la suerte.

En la libertad económica que se vive en la actualidad hay mucho del pensamiento de éste tramposo”. Perón agregó: “Bunge Born vende trigo a Pakistán y yute de Pakistán que la Argentina necesita para sus envases. Qué le interesa a Bunge & Born, ¿Lo que cobra el agricultor argentino o el cultivador pakistaní con tal que sus ganancias sean mayores? Pero los perjuicios para el país no paran allí, como Bunge & Born se compra y se vende a sí mismo, por medio de maniobras dolosas de su propia documentación y mediante la simulación de precios, viola ley de cambios y radica en el exterior la mitad de sus divisas producto de sus operaciones. Así no sólo es perjudicado el productor argentino, sino también defraudado el país. Convengamos que Bunge & Born también ayuda a la suerte”.
Perón lo decía en la década del 50’. Hoy la historia se repite. Por eso Maximiliano Montenegro, militante del sistema, se equivoca cuando afirma que la fiesta terminó. Hoy el party sigue, pero quien lleva la máscara, los confites y el papel picado es la oligarquía. La fiesta sigue en un gobierno corporativo. Antes se divertían los trabajadores sin hacer mal a nadie, hoy se festeja el empobrecimiento de las mayorías para que unos pocos puedan mostrar endiablada e hipócrita sonrisa.

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