Salvamento y socorro en la primera prioridad
Por Margarita Pécora:- La primera tarea del gobierno que asuma en diciembre de este año, frente a la catástrofe socio económica en la que el actual gobierno de Cambiemos ha sumergido al pueblo argentino, deberá ser de salvamento y socorro de los amplísimos segmentos de la sociedad que cayeron en la pobreza y los que, peor aún, se hundieron en la indigencia. Junto con ello habrá que aplicar a nivel nacional un plan de Resiliencia para ayudar a las personas a superar el trauma colectivo de estos casi cuatro años vividos como una horrenda pesadilla.
Por supuesto que doy por sentado que Cambiemos no consiga votos suficientes para perpetuarse en el poder, ni que manipule los resultados de las votaciones con el software “ “Electio 360”, que permite alterar los resultados electrónicamente.
Hay un gran Frente Patriótico que se robustece al llamado a la unidad, con la integración de figuras como las de Alberto Fernández, Sergio Massa, por solo citar algunos que, junto al liderazgo de Cristina y su inmenso caudal de votos, pueden marcar un rumbo distinto al actual para la Argentina, pero todavía no se dejan ver con claridad los proyectos de gobierno de las distintas fuerzas políticas que aspiran a ocupar la poltrona de La Rosada , y no sé si es una percepción, pero pareciera que el manejo de la deuda con el Fondo Monetario es lo que más preocupa a los contendientes y sería uno de los ejes de un debate en los momentos cumbres del proceso electoral. Todo pasa por el futuro de la economía y a partir de ahí ver cómo sacar a flote al país.
Pero al ciudadano común, al que cerró el negocio, el que perdió la “changa”, el que tiene una deuda acumulada de servicios ya impagable, el que fue despedido de su empleo, el que come una sola vez al día, o se desnutrió y adelgazó caminando largas distancias del trabajo a la casa porque no puede pagar ni el colectivo ni el subte, lo que le interesa es que lo salven y pronto de la agonía.
Dicen los teóricos, que las revoluciones sociales son importantísimos virajes en la historia de cualquier nación porque derrocan el régimen social caduco, instauran otro nuevo para iniciar una época de rápido progreso. Una revolución se da en presencia de una profunda crisis y ante la necesidad de dar ese vuelco para salvar a la sociedad que ha sido sometida a sufrimientos y expoliada. Desde luego que para dar semejante giro en la historia hace falta una crisis, y ya en la Argentina existe, pero es imprescindible la unidad y la conciencia política. Estos dos últimos factores no se logran todavía a pesar de los inmensos esfuerzos que apuntan a ser coyunturales por las elecciones presidenciales.
Una revolución social es lo que haría falta hoy en la Argentina, después del funesto gobierno neoliberal de Cambiemos, que va a entregar un país con escalofriantes índices de pobreza, inflación, retroceso económico y un endeudamiento que compromete el futuro de generaciones de argentinos.
Pero pareciera que en la Argentina es tabú la palabra “revoluición”, porque los sectores más retrogados de la sociedad, para hablar más claro, la oligarquía, teme al avance de las masas revolucionarias que son las únicas históricamente comprobado, que son capaces de removerle los cimientos de poder a los grandes empresarios que se ha enquistado en el país durante el paso de distintos gobiernos que solo cuidaron la propiedad de los dueños de grandes empresas-exceptuando los gobiernos peronistas.
Después de una tragedia como la que ha vivido el país en los últimos 3 años en poder de Mauricio Macri, no hay otro camino que poner en manos del movimiento obrero organizado, no fragmentado ni subordinado como el de la actual CGT, para que lleve a cabo la tarea de apartar a la oligarquía de la dirección de la sociedad, y destruir la vieja maquinaria del Estado y acometer una transformación cardinal de toda la economía y la sociedad en sentido general.
Vencer al gobierno neoliberal en las urnas y dar el paso a otro gobierno para que ponga parches en las profundas heridas que ya tiene la Argentina, sería sumarle un eslabón a la larga cadena de administraciones que llegan solo para suministrar placebos y no para dar cambios profundos y raigales que pongan el poder real en las manos de los trabajadores organizados, y el resto de la sociedad, unida tras un líder y un plan de gobierno que represente realmente a las grandes mayorías. ¿Estarán dadas las condiciones histórico-concretas y objetivas para este viraje? Todo está por ver




