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Opinión

Salud y economía.

Por Rodrigo Marcogliese.

Cuando Manuela y María Esther se juntaban a charlar el tiempo era eso que pasaba entre mate y mate. Ahora, en sus casas, el tiempo es eso que pasa entre una imagen borrosa y otra. Cada vez que se congela la pantalla recuerdan, a veces con alguna puteada incluida, lo que extrañan esos mates. Era cuando la infusión no importaba sino el momento.

Los nietos de una que la habían sorprendido llamándola por whatsapp fueron los responsables de que descubriera esa forma de comunicarse. El curso de computación en el Centro de Jubilados de la esquina, es lo que posibilita la comunicación para la otra.

-Esthercita, ¿Viste lo que dicen las noticias?- Preguntó Manuela.

-¡Sí!- respondió la interpelada -que vienen médicos cubanos-

-No, no… – insistió la primera -yo hablaba de que el Gobierno se negó a pagar la deuda y en los medios dicen que mañana sube el dólar-

Tres comentarios bastaron, tan sólo tres inofensivos intercambios para descubrir la manipulación de la realidad. La disyuntiva entre economía o salud. Ante una pregunta amplia la noticia que más resaltó una fueron la llegada de médicos, la otra el aumento del dólar.

Pero el dólar no pegó esa disparada del precio hoy. Circuló la noticia falsa ayer, ¿por desconocimiento o por malicia de los economistas consultados? ¿Hubo error intrínseco? como diría Jauretche en su libro “Los profetas del odio”. Es decir, econolobbystas hablaron de las bondades de los números en desmedro de otras políticas, Milei, Espert ¿Saben o repiten? Dujovne también aparecía dando recetas en televisión y como Ministro sólo nos cocinó con las recetas del Fondo. ¿Existió un error intrínseco? Como se diría en medicina: ¿Hubo mala praxis? La economía se puede levantar pero de la muerte no se puede volver, esa frase de Alberto Fernández fue la que usó Esther para seguir la charla con su amiga.

-La economía se puede levantar, Manuela, pero de la muerte no se puede volver- sugirió Esther.

-Es verdad, Esthercita, pero viste vos a cuánto se fueron los tomates. Casi salgo a vender los relojes para comprar uno.

-¿Tenés relojes? Preguntó María Esther.

-No… ¿Qué voy a tener? Te estaba charlando.- bromeó Manuela.

El precio de las frutas y las verduras van en aumento burlando las necesidades de la gente. Tanto así, que se tuvieron que fijar los precios máximos en el mercado central. Porque donde hay una necesidad, ironizando a Evita, muchos comerciantes creen que nace un negocio.

Y no por estigmatizar, ni agrupar a todo el consorcio de mercaderes en la misma bolsa. Lejos de eso, no sería mentira asegurar que muchos no dan la talla de ser unos miserables como Paolo Rocca sólo porque no tienen el mismo bolsillo.

Sería una zoncera creer que la economía no es importante, pero también lo sería pensar en función de “salud o economía”. Es salud Y economía.

Los chicos en Argentina tienen que tener clases porque la educación es muy importante. Pero sin plata las escuelas se caen, los docentes no comen, y el material didáctico es nulo. Ahí está la economía.

La Ciencia es fundamental en el desarrollo de un país, pero siempre que se banquen las investigaciones, que se invierta en material, y funcionen todos los organismos con los científicos adentro. Ahí está la economía.

Hoy lo sanitario es esencial. Con plata en obras, con inversión en establecimientos de salud, con la generación de billetes para que el pueblo pueda comprar insumos sin tener que producir. Ahí también está la economía.

Ahí la palabra economía se puede cambiar con Estado. En todos los ejemplos se necesita que ahí esté el Estado.

Salud o economía repiten los profetas del odio porque para ellos la economía es sinónimo de ganancia. Son los que hablan de riesgo país, de privatizar, de que Aerolíneas da pérdidas. Por desgracia para ellos, Argentina intenta ser salud y economía. Porque la economía es, fue y será sinónimo de Estado.

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