En este instante, otro argentino ha perdido su trabajo. En minutos toda una familia conocerá el lado oscuro de la vida. Deudas para pagar, privaciones para aumentar y un clima casero difícil de aguantar.
En la Argentina hubo un cambio medular. Hoy empresarios profesionales ocupan el lugar reservado para la clase política. Hoy hay gente que sufre por el desempleo, otros que siguen resentidos con el gobierno anterior y a los menos le sonríe la vida, por ahora.
El poder real les robo la alegría a las mayorías. Un grupo argentino se prestó y es cómplice de la tristeza. Llegaron al gobierno a través del engaño, la trampa y la mentira y justifican su andar con las mismas artimañas.
El tristemente célebre nazi Joseph Goebbels dijo: “Hay que hacer creer al pueblo que el hambre, la sed, la escasez y las enfermedades son de nuestros opositores y hacer que nuestros simpatizantes se lo repitan en todo momento”.
Durán Barba entendió el concepto, lo explicó y lo puso en práctica. El resto es historia conocida. John William Cooke en otro tiempo y espacio expresó: “Los que mienten hoy son los encubridores de los que mintieron ayer, los que agravian ahora, son los continuadores de los que agraviaron antes, bárbaro, chusma, gaucho, descamisado. El descamisado reconoce en el montonero, en el gaucho, en la chusma, a sus hermanos de sufrimiento y de lucha”.
La derecha manda en nuestro país y se acomoda en el continente. El engaño los posicionó, los medios replicaron, influenciaron y determinaron el voto en confusas cabezas. La democracia fue utilizada para la salvaguarda del capitalismo salvaje y la desaparición de los valores. Otra vez la clase media actuó como enganche para que el monopolio defina, convierta y se lleve el partido por la mínima diferencia y en el último minuto.
“La democracia es un lujo del norte», enunció Eduardo Galeano. Además agregó: “Al sur se le permite el espectáculo, que eso no se le niega a nadie. Y a nadie molesta mucho, al fin y al cabo que la política sea democrática, siempre y cuando la economía no lo sea”.
Como llegó la derecha al poder lo sabemos. Lo explicamos, lo razonamos y no le entendemos. Miserias abundaron, egoísmos sobresalieron y traiciones sellaron la derrota popular. Señalar culpables con nombre y apellido ya no tiene importancia. La canción reza: “Si un traidor puede más que unos cuantos, que esos cuantos no se olviden fácilmente”. Y eso se debe hacer, no olvidar y comprender que si el presente de las clases populares no es lo mejor, que se entienda que, como decía Arturo Jauretche: “Si malo es el gringo que nos compra, peor es el criollo que nos vende”.
Ese criollo sabemos quién es, pero se debe comprender que este tuvo varios cómplices con globos amarillos que ayudaron a llegar a este presente. Y ellos se engloban en uno solo, el analfabeto político. Bertolt Brecht dijo: “El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de vida, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan torpe que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas privadas y multinacionales”.