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Racismo-Por Gabriel Princip

La muerte de un chico Qom conmovió a buena parte de la sociedad. La misma que no se explica por qué el líder indígena Félix Díaz no es recibido en la Casa de Gobierno. El mismo que es atractivo para los medios dominantes.
Los antiguos indios, hoy pueblos originarios, jamás interesaron a la sociedad argentina. Algunos los veían con desprecio, otros, los menos, con lastima. Pero nunca nadie se interesó si vivían bien, mal o si vivían.
Sólo interesan si son noticia partiendo de una tragedia y para lograr una acción política. ¿Y cómo podemos demostrar el desinterés por las comunidades? Muy fácil. En la capital existen calles con nombres de virreyes y fascistas pero, salvo una o dos calles, los pueblos originarios no aparecen.
Hasta el gobierno anterior a los K, el 12 de octubre era el día de la raza. Se festejaba la llegada de los españoles y el genocidio ejercido por la madre patria.
Y si vemos alguien con un color de piel que no sea blanco tratamos de ser indiferentes.
El mismo caso se produce en el peronismo. La gente contraria a este pensamiento nacional no está a favor porque realiza una lectura de la política y no le conviene. Sino parte del racismo para estar en contra.
Ni grasitas, ni negros, ni vagos ni nada que no suene a europeo le divierte al medio pelo, clase que se destaca por la blancura de su piel, su falta de contenido y su mala interpretación del cristianismo.
Un villero es visto como un ladrón, una embarazada parada en el tren continúa embarazada y de pie. Alguien que recibe un plan por sus escasos recursos es un vago que no tiene que ver con el abuelo de alguien que vino a hacerse la América. Alguien con piel no blanca que llega a la Plaza para algún festejo, es un idiota que vende su alma por un chori. Al menos, es más barato que Niembro.
Esta calamidad racista lo supo ver Perón cuando llegó al poder y optó por los pobres. Evita fue el motor del trabajo para los que menos tienen. Y cuando el General desarrolló polos turísticos para trabajadores, los hizo en ciudades donde solía ir el fanfarrón que pertenecía a una clase abrumada por la soberbia y poco amiga de una igualdad e inclusión.
El peronismo no es cool ni trae prestigio. En una masa militante conectado al cristianismo con la doctrina social de la iglesia que expresa un sentimiento popular. El resto son expresiones políticas lejanas al afecto y cercanas a economías liberales.
Esto lo saben los medios. Entonces, ¿Cuando aparece un indígena, un negro o un marginal en los medios? Solamente si son funcionales a la derecha o si son protagonistas de alguna tragedia.
Por eso, el mismo indignado por la muerte de chicos argentinos también es el que está en desacuerdo con los programas sociales. El que llora por un Qom que ni siquiera sabe dónde vive, es el mismo que grita a los cuatros vientos “con mi plata mantengo vagos”.
En resumen, el militante del medio pelo cree que la pobreza se combate con una colecta anual y no con justicia social. Tampoco tolera que una moneda de su patrimonio tenga como destino un plan social pero lo que le importa sobremanera es que no haya un negro en Mar del Plata, el marginal al margen, nunca al lado.

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