QUE TODO CAMBIE, PARA QUE NADA CAMBIE

Por Gabriel Princip.
La derrota del oficialismo obligó al gobierno a realizar cambios en el gabinete. Cristina declaró que hacía falta un relanzamiento, Alberto pidió prudencia y la militancia se hizo presente en las redes reclamando por aquellos que podían y pueden seducir que el voto del Frente vuelva en noviembre. Porque debemos aclarar que el macrismo no sumó voluntades en esta elección, los votantes del Frente se dispersaron.
Quien más quien menos esperaban a Cafiero, Biondi, Frederic, afuera todos para empezar. De Biondi la decisión acertada debía haber sido el despido inmediato, luego de la filtración de la foto de cumpleaños, sin embargo, se despidió de Alberto entre abrazos y lágrimas. Lo reemplazó un tal Ross, trabajó con Néstor, Cristina y también Macri, o sea nada confiable.
Solá era una cuenta pendiente de Alberto. Ya había echado a Ginés sin esperar diez minutos, le tocaba el turno al Canciller y este se la dejó servida, presentó la renuncia y se la aceptó. Lo reemplaza Brad Pitt alias Santiago Cafiero. Nuevo error presidencial que no sabe distinguir entre amigos y capaces. Una tarea pésima como Jefe de Gabinete cumplió el nieto, donde el trabajo es ser un cadete con visibilidad, nada de proyectos ni polémicas y sin embargo lo hizo mal. ¿Alguien lo ve con capacidad para viajar a la ONU y decidir sobre política exterior?
Trotta era otra renuncia que se esperaba desde hace rato. Si debemos calificar su gestión como profesor de secundario, Trotta se fue a marzo. Lo reemplaza su segundo. La jefatura de gabinete queda a cargo de un gobernador. No asegura más votos, pero si eficiencia. El voto que se perdió no se recupera con el tucumano. Frederic, la Ministra de Inseguridad debía haberse ido hace unos meses. Nunca controló la inseguridad, ni las marchas antivacunas, pero es amiga de Alberto. Entró en su puesto Aníbal Fernández.
El gran ausente ahora entró a la cancha. Claro que el lugar no es el indicado. Aníbal era necesario, pero en un puesto donde se lo visibilice y no se lo cuestione, ejemplo: la jefatura de gabinete. En seguridad nadie cree que sea un mago para resolver los problemas propios de la miseria y el narco, además de las operaciones de la derecha. Es apto, tiene capacidad, pero no era el lugar indicado. Alberto no se la dejó fácil y para colmo de males le puso un enemigo histórico en el gabinete, Julián Domínguez. Este si se dedica a lo suyo sirve, lo único que se espera es que no entre en internas salvajes que solo favorecen a la derecha, ya lo hizo en el 2015.
De todos modos, estos cambios no suman. El voto no vuelve con caras nuevas sino con políticas diferentes. El Ministro de Economía no renunció, está ocupado con el tema de la deuda, pero sería bueno que tenga unos minutos para la economía diaria, la interna. Si seguimos con la idea del ajuste, de cumplir con el Fondo y demás vicios liberales ya sabemos el resultado en noviembre.
De aquí en más el gobierno de Alberto debe entrar a la cancha y tirar un centro. Si la economía no rinde, que la justicia intervenga y libere a aquellos que tienen causas inventadas y detenga a los que saquearon el país, en una palabra, alguna alegría debe tener el pueblo, caso contrario el resultado se repite y la derecha va camino al 2023. ¿No le parece?




