Argentina clasificó. El obelisco mostró la sonrisa porteña por haber derrotado a una potencia futbolística como es el caso de Nigeria. Cientos de hinchas se reunieron en el centro de la república y se olvidaron que el presidente es Macri, convirtieron a Sampaoli en San Martín y a Marcos Rojo en el sucesor de Messi.
Seguramente el presidente Mauricio, que es Macri, anhelará que el mundial nunca acabe, pues mientras se dispute el certamen y si Argentina sigue ganando la gente pensará en Agüero, Messi o Higuain.
La gente charla, arma equipos, discute la mesa chica del seleccionado pera nadie reparó que el jubilado no le alcanza para comprar los remedios, que las paritarias son un chiste y que la desocupación subió dos puntos.
Por estos días, discutimos el futuro del técnico alemán, pero nadie se le ocurre discutir las paritarias. Nos reunimos en casa de los amigos para atragantarnos con medias lunas y ver un mediocre partido. No se nos ocurriría reunir a nuestros amigos, hacer un asado y convocarlos a la plaza con cacerola en mano.
Junio se termina y al igual que cada mundial nuestra cabeza es redonda como una pelota. Nos parece increíble que Enzo Pérez no haya estado en la lista de los 23 convocados, pero nos resulta normal que en la última semana hayan muerto cinco argentinos en situación de calle.
Nos indignamos por la interna entre jugadores y técnico y consumimos cualquier medio que hable del tema pero ignoramos mediáticamente y normalizamos la muerte de dos chicos electrodependientes por corte de luz.
Nos indigna el juego del medio campo argentino, el mal pase de Caballero y el empate con Islandia. Pero no reparamos que el salario del 2018 es el 50 por ciento del 2015, que el changuito en el súper no sobrepase la mitad de espacio y que cada vez que decidimos ir al cine con la familia tengamos que sacar un crédito.
El deporte es funcional a cualquier gobierno y esto Macri lo sabe. Con pequeñas sonrisas el pueblo se olvida de la entrega y el empobrecimiento que hizo el ejecutivo del país.
Generalmente la derecha descalificaba a los gobiernos populares por la importancia que le otorgaba al fútbol. La frase “pan y circo” era común escucharla en las bocas antiperonistas.
Siempre fue importante el deporte, en especial el fútbol para los gobiernos que trabajan para las mayorías. No está de más explicar que el término pan y circo proviene de la época del imperio romano cuando la gente concurría al coliseo (circo) para observar como los leones deglutían a los cristianos. Cada romano que entraba al coliseo recibía un pan que lo utilizaba para comer en algunos casos o para protestar por el espectáculo en otros.
La derecha siempre calificó al fútbol de circo y el pan, el salario. Pero este gobierno que maneja Mauricio, que es Macri, ruega que la Argentina se consagre campeón. Con un Messi campeón pasa la reforma laboral, las paritarias bajas y una futura reelección de Mauricio. Por eso en Balcarce 54 ruegan porque no termine el mundial y si culmina, que la copa viaje a Buenos Aires.
