Que no se convierta en sal y agua el cierre de la Base naval de Guantánamo.

Por Margarita Pécora B –
La base militar estadounidense en Guantánamo, Cuba, perdura como una espina clavada en el corazón de la soberanía de la isla caribeña.
La opinión pública internacional, y los cubanos en primer término, siguen con interés el anuncio del Consejo de Seguridad de los Estados Unidos, sobre la intención del presidente Joe Biden de cerrar durante su mandato (2021-2025), la cárcel de alta seguridad instalada por el gobierno de George Busch (hijo), en la base naval de Guantánamo en 2002, donde hoy permanecen apenas 40 prisioneros de los que, solo 8 han sido encontrados culpables de actos terroristas a raíz del ataque a las Torres Gemelas del 11 de septiembre.
Han pasado casi 20 años, y por esa cárcel, 780 prisioneros, según Amnistía Internacional. El gobierno norteamericano se gasta todos los años 500 millones de dólares en mantener ese centro de detención, objeto de denuncias de organismos y organizaciones de todo el mundo, por las múltiples violaciones de derechos humanos que cometen allí los militares estadounidenses, comenzando por las detenciones forzadas, torturas, y largos encarcelamientos sin presentar cargos.
Uno de los casos más emblemáticos es el de Mohamedou Ould Slahi, (Mauritania, 1970), quien estuvo 14 años encerrado en la cárcel de Guantánamo “sin cargos ni juicio” tiempo en el que según denunció, fue sometido a todo tipo de malos tratos y torturas por parte de las autoridades estadounidenses.
Reina escepticismo por el anunciado cierre de la cárcel que decidirá Biden, siguiendo intentos infructuosos de Barack Obama quien durante su mandato de 8 años prometió cerrarla, pero congresistas republicanos y políticos conservadores lograron torcerle el brazo haciendo que se vuelva sal y agua su promesa.
Ahora Biden retoma la apuesta y parce estar dando tiempo al Consejo de Seguridad nacional, para evaluar el asunto, junto con los departamentos de Defensa, Estado y Justicia, en consulta estrecha con el Congreso.
Cuba reclama no solo el cierre de esa cárcel que significa una afrenta para el mundo en materia de violaciones de Derechos Humanos; también la Isla pide que le devuelvan ese pedazo de su territorio en la oriental provincia de Guantánamo, que considera ocupado ilegalmente por militares norteamericanos y que siente como una espina clavada en la soberanía nacional, que nunca será plena, mientras exista en esa porción de tierra y mar que divide a la bahía de Guantánamo, la presencia de tropas extranjeras culpables de arteras agresiones contra jóvenes soldados cubanos que custodian la frontera. Algunos han muerto por disparos de militares yanqui y otros han resultado humillados salvajemente.
La mayor de las Antillas no está sola en el reclamo, relatores especiales de la Organización de Naciones Unidas, expertos en Derechos Humanos también piden el cierre de la base naval.
De sal y yodo es la ruta que conduce a Caimanera, comunidad vecina de la Base naval, a la cual, a fin de cuentas le pertenece por proximidad esa porción de territorio cubano ocupado por Estados Unidos. Ese pueblo vive de la sal que forma montículos por doquier y lo invade con su olor penetrante. La extracción y procesamiento de ese mineral, va a parar a una empresa estatal que abastece a toda la Isla por lo que los caimanerenses se sienten muy útiles a la Patria, pero insatisfechos porque vecinos foráneos limitan su capacidad de producir otros renglones sobre todo provenientes del mar.
El gobierno entreguista de Tomas Estrada Palma (1902-1906) fue el que aceptó un apéndice en la Constitución de la República de Cuba, denominada “Enmienda Platt” que constituyó un mecanismo de dominación neocolonial. Desde entonces Cuba carga con el lastre de una base que en principio fue pensada carbonera, y hoy es un oprobioso centro de reclusión para supuestos autores de terrorismo, la mayoría de los cuales siguen recluidos sin haber sido juzgados.
La incertidumbre actual sobre el cierre de la base es porque el presupuesto de defensa de EE.UU. de este año 2021, establece la prohibición del uso de fondos federales para cerrar o ceder el control de la base naval en la bahía de Guantánamo, y la liberación de personas detenidas en esa cárcel, pero Joe Biden, puede utilizar sus prerrogativas ejecutivas y cerrarla, lo complicado es que el Congreso es el único que puede autorizarlo a disponer de las partidas presupuestarias para semejante operación.
El propio Fidel Castro no se cansó en vida, de exigir la devolución a Cuba de ese territorio ocupado. Aún así, la bandera norteamericana ondea en lugar de la cubana de la estrella solitaria en un pedazo de Cuba que no es soberano, la base naval en Guantánamo, por demás ilegal, porque los acuerdos que le dieron origen fueron suscritos bajo coerción y amenaza de una nueva intervención militar norteamericana.




