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Opinión

PRESIDENTA

Por Carlos Galli.

Hoy, y por unos días, la Vicepresidenta de la Nación preside la República. El Dr. Alberto Fernández de Kirchner (no es un error), está disfrutando Europa. No se sabe a qué fue. Pero eso, a esta altura poco y nada importa.

La exitosa abogada, es Presidenta de todos los argentinos. No es que cambie algo, es solamente semántica. El país sigue de mal en peor. La economía sigue siendo un descontrol. La inflación im – pa – ra – ble. El Secretario de Comercio perdió la batalla y la guerra contra los precios.

El pueblo se sigue cagando de hambre. Los jubilados padeciendo, los pobres cada vez más pobres, y los indigentes siguen en situación de calle.

Por unos días, Cristina Elizabeth Fernández de Kirchner, es la primer mandataria, y la verdad ni se nota.

Pregunto, ¿Puede aprovechar este momento presidencial para cambiar el destino de este país?, que no solo no tiene futuro, sino algo peor, no tiene ni siquiera presente.

¿En estos días algo puede suceder? ¿Puede aprovechar y mejorar nuestra calidad de vida, para que sea más digna y que merezca ser vivida?

¿Si toma algunas medidas extremas, que pasaría?

Imposible saberlo.

De todas maneras no nos engañemos, parecen distintos pero son iguales.

Los dos son abogados.

Ninguno de ellos es peronista.

Ambos elogian a Vladimir Putin.

A Nicolás Maduro. A Ortega.

Para los dos, China es un país amigo.

Los dos se dicen » cristianos», pero impulsaron la Ley del aborto, es decir la Ley de la muerte.

Ambos creen que somos un país igualitario, y los dos saben que es una enorme falacia.

Los dos expresan admirar a los gremios, y los dos los detestan.

Dijeron que los jubilados tendríamos nuestro premio, jubilaciones dignas. Ambos prometieron exactamente eso, y los dos saben que no cumplieron porque no supieron, no pudieron, o no quisieron

¿Se dan cuenta estimados lectores y lectora?, parecen diferentes pero son iguales.

Ella y el, son el uno para el otro, a pesar de sus «enojos». Ambos aman el poder político y el económico. Dicen estar del lado del pueblo, y ambos están alejados y no tienen empatía. Solo ven con buenos ojos a los amigos del poder. El resto somos un granito de arena en el desierto. Somos una gota de agua en el océano. Es decir, la nada misma.

Son iguales. Demasiado iguales.

POSDATA:

Termino con un tango que le cabe a dos:

¡Tu me has hecho mucho daño,

todo, todo el que podías!

¿Te parece todavía

que te puedo perdonar?

Vos serás como una herida

para el resto de mi vida,

pero otra cosa, ¡jamás!

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