
Dicen que el Diego ahondó la grieta. La división entre pobres y ricos, buenos y malos, habilidosos y maletas siempre existió y difícilmente va a acabar con la desaparición física del astro. Claro que en cierta manera aquellos que no pertenecemos ni somos funcionales a la oligarquía tenemos suerte. Hagamos cuentas.
Mientras nosotros, enrolados en la clase trabajadora, disfrutamos de los dichos del Diego, de la figura de Cristina y el recuerdo de Evita y Perón, el desclasado, muchas veces tan pobre como el mejor, se desquita con el Dipy, la Canosa, los Pumas o Espert.
Hablemos en serio. El Dipy es un mal cantante de cumbia villera que debería ser juzgado por la Corta Suprema por cantar en forma horrenda esos versos misóginos y violentos. Al mismo tiempo, sin conocimiento alguno, grita a los cuatro vientos que los políticos son todos iguales. Maestro, Los ignorantes, también se igualan.
El deporte de la derecha es el rugby, el polo, el pato. Niños bien que jamás han trascendido. Los Pumas son al rugby lo que Bolivia es al futbol, se festeja alguna vez algún triunfo. Diego los seguía, ellos fueron incapaces de un homenaje. Los All Black si lo hicieron.
El líder de la derecha será algún Videla, algún Espert, Macri, Larreta o quizás algún radical trucho, nadie que haya merecido una película. Del otro lado de la vereda le presentamos a Perón, Evita, Néstor, el Che, Fidel, entre aquellos que ya no están. De los vivos, creo con Cristina basta y sobra.
Es complicado ser anti k, antiperonista, antipopular. Tener que aplaudir a la Canosa porque toma cloro, a Feinmann y al Baby porque insultan y no enseñan absolutamente nada, o al Jonatan que factura a diestra y siniestra solo por bardear al peronismo, es triste.
El antiperonista no pudo despedir al Diego. Le hace mal escuchar a Dolina, tiene que insultar a Cristina y aplaudir a una montonera. Ese tipo me dice que Larreta o Macri son líderes, que tristeza campeón, pobre de toda pobreza.
El antiperonista es así, amargo. Estos muchachos nunca disfrutaron a Discepolín pero aplaudieron a Piazzolla. Lo que no saben es que Astor era un peronista cobarde ya que luego se convirtió al gorilismo para perseguir a los cantantes populares. Pobre gente que no puede ver una película de Hugo del Carril ni de Tita Merello, ni siquiera de Palito Ortega, pero le quedan las grandes películas de los superagentes, de Graciela Alfano o de Mirtha Legrand.
Ni siquiera pueden publicar en face que se comieron un choripán. Para ellos no hay como el sushi. Incapaces de leer a Jauretche, Arregui o Abelardo Ramos. Nada que haya trascendido con sabor popular pudo ser disfrutado por la oligarquía y sus pobres cadetes, los troskos y esos radicales golpistas, o sea, un segmento de la clase media.
Pero no se alarmen. Solo nos quedan vivos el indio Solari y Cristina. Aunque el peronismo es incesante en la producción de líderes y artistas populares. Sigan con Macri, la montonera o algún cumbiero. De este lado de la grieta no nos alcanza el tiempo para escuchar historias de Perón, Evita, el Che, Néstor, y el Diego, sobre todo el Diego. ¿Capische Maestro?




