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Pienso, luego existo

Por  Simón Templar

“Cogito ergo sum”- pienso luego existo- fue la frase que trascendió a René Descartes. El filósofo plantea la duda como posibilidad de existencia, es decir, existe porque duda. Esta idea debería ser estimulada por el gran pueblo argentino, salud.

Cambiemos se instaló  en el poder en diciembre del 2015 y, a partir de ese momento, no cejó en su intento de convertir a la Argentina en una colonia. El pensamiento nacional con el traje peronista puso el grito en  el cielo, en cambio el militante de clase media no dudó en absoluto. Frases como: “Hay que darles tiempo”, “se robaron todo”, “no hay un peso en el banco central”, o “no se puede solucionar rápidamente el desastre de 12 años”, acapararon las primeras planas de los medios dominantes más el espacio radial de las grandes antenas.

Ante el saqueo por parte del gobierno en el aumento de las tarifas, la gente se dividía en dos. Aquellos que discutían, reclamaban e iban a  las audiencias con un sentir nacional y el resto que justificaba los grandes aumentos porque las tarifas eran baratas. Ningún media clase dudó, menos aun pensó y si avaló.

No entendió que empezaba el principio del fin. Con estas tarifas caían las PYMES, aumentaba la desocupación y se transferían bienes de las capas medias y bajas a la oligarquía. ¿Cuánto argentino sabe que en los países del primer mundo existe subsidio en la luz, se protegen con tarifas baratas a la industria porque ellos no atentan contra sí mismos? Acá se favorecen a las grandes empresas y la gente es despedida por el cierre de una Pyme,  baja el consumo porque no compra un aparato de aire acondicionado y de a poco se convence que merece ser pobre, condición necesaria para que el país sea entregado a las corporaciones supranacionales.

La ignorancia es más rápida que la inteligencia. La ignorancia no duda en afirmar lo primero que se le viene a la mente, lo importante es ganar una discusión, un razonamiento. La inteligencia es más lenta porque duda, se interroga, se pregunta, por eso es más lenta. El antiperonista no duda en descalificar a los movimientos nacionales. Causas  no le faltan. Perón independizó al país, benefició a las mayorías e hizo eje en los trabajadores con un aumento y crecimiento económico. También hizo crecer al marginal y eso no se perdona.

Hoy el anti peronista también se encuentra empobrecido pero le queda el resentimiento intacto para proclamar a los cuatro vientos, “ella se robó todo” además de justificar la negativa gestión de un presidente que todavía no arranca.

La imagen amarilla sigue cayendo  en forma cotidiana. La oposición se fragmenta diariamente. La gente sufre cada mañana cuando los medios anuncian la entrega en cuotas por parte del oficialismo.  Y así pasa el tiempo, sin buenas noticias pensando en estallidos veraniegos, desintegración nacional o solución final. Con este contexto el media clase sigue rindiendo culto a la ignorancia supina justificando a los dadores del sufrir y acusando a los pobres del drama argentino.

 

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