
El peronismo desde comienzos de los años 50’ del Siglo XX padece una enfermedad autoinmune que lenta y silenciosamente mueve sus entrañas, aunque a la fecha como puede verse todavía no logró destruirlo.
Pocos dicen que en esta centuria el kirchnerismo salvó a ese peronismo agonizante de los 90’ y no lo hizo con un antídoto, sino con su propia medicina llamada justicia social, independencia económica y soberanía política, cabe que nos preguntemos entonces ¿quiénes internamente niegan o rechazan al kirchnerismo?, la respuesta es sencilla: Es resistido por el peronismo histórico u ortodoxo y ¿por qué lo hacen? La conclusión aunque parezca histórica es sencilla: La muerte de Eva PERÓN hizo virar al movimiento hacia la derecha, lo que se acentuó después de 1955 através de esa oligarquía sindical, mersa y chabacana, que sepultó a los verdaderos líderes revolucionarios, autoproclamándose en mandatos interminables, aliándose ora con los militares, ora con la oligarquía, ora con los empresarios, para tener cautivos a sus afiliados en desmedro del resto de la masa obrera.
Como en las enfermedades autoinmunes es el propio organismo el que ataca, destruyendo la estructura y los tejidos de ese cuerpo que habita que sabiamente había sido creado por el fundador de la doctrina, es cierto que también recibe embates externos, aunque éstos a pesar de la intensidad, son fácilmente desmantelados por el profundo peso del ideario. En otras palabras: La única forma de destruir al peronismo es con la “reacción cómplice” que emana del mismo cuerpo, o lo que es lo mismo, con la traición de los propios. El peronismo tiene un solo enemigo y es la oligarquía, la derecha reaccionaria, ni por asomo son los radicales ya en desintegración, o la izquierda cada vez más cómplice, por eso y sólo con la doctrina, debería triunfar siempre frente a un núcleo duro reaccionario que nunca puede superar el 30 % de los votos.
Si no fuera por ese virus que autoinmunemente invade sus entrañas jamás podría la sinarquía nacional o internacional vencer al peronismo, de allí que cada uno debe hacerse cargo del daño que produce. Se pueden discutir algunos métodos pero jamás el fin, con esto quiero decir que el kirchnerismo encaró el peronismo del Siglo XXI respetando sus bases fundantes, nadie y mucho menos los propios, podrán cuestionar traición alguna a aquellos principios y a la amplitud de derechos logrados en los doce años y medio de gestión, que por otra parte fueron los más importantes de la historia
De esta manera el movimiento que ahora encabeza el kirchnerismo a través de una líder indiscutible, debe salir a la caza de los votos propios del viejo peronismo (histórico, sindical y ortodoxo), sin los cuales por supuesto no puede ganar, aunque sea incomprensible entender por qué se pasaron al bando contrario. Parece contradictorio pero es comprensible, porque la patria y el movimiento están por encima de los hombres, aunque a veces éstos por el ego que les da un cargo, no alcancen a entenderlo.