PALABRAS CRUZADAS

Por Carlos Galli.
Coalición de Gobierno.
Obsecuentes.
Radicalizados.
Ridículos.
Utópicos.
Paranoicos.
Traidores.
Oportunistas.
Soberbios.
La palabra vertical es una. Las horizontales, como pueden observar, solamente nueve.
Son palabras cruzadas simples, con respuestas fáciles, y todas entendibles.
Son corruptos.
Son obsecuentes.
Son radicalizados.
Tienen actitudes ridículas.
Viven en una utopía. En un mundo paralelo. En una dimensión desconocida. Están en el túnel del tiempo. A veces se van al pasado, cuando ni siquiera tenemos y tienen presente, y mucho menos futuro.
Algunos y algunas están paranoicos. Tienen la locura del poder político y económico.
Existen traiciones por todos los ángulos. La pirámide, desde la cúpula a la base, está inundada de traidores.
Sin dudas hay oportunistas, que hacen sus apuestas al mejor postor.
Y no caben dudas que están llenos de soberbia, una enfermedad INCURABLE. No existe profesional de la medicina que la pueda curar. La soberbia es, irremediable, una enfermedad terminal.
Hay excepciones. Toda regla la tiene. Pero es como encontrar una aguja en un pajar. Es más fácil que pase un camello por el ojo de una cerradura, que un político honesto.
El sistema democrático lo inventaron los griegos, en la Ciudad de Atenas, en el Siglo V aproximadamente, A. C. Su significado es: «el poder del pueblo». Su autoría, para muchos historiadores perteneció a Clístenes, alrededor del año 508, A. C.
Demasiados siglos han pasado, y a pesar de que no es perfecta, seguramente es el mejor de los estados en que puede vivir una República.
A pesar de ello, los golpes militares, especialmente en América Latina, proliferaron y proliferan. Dictadores de derecha y de izquierda, han dominado y dominan, mientras los pueblos siguen sometidos a diferentes dictadores, muchos de ellos han cometido genocidios imperdonables. Para ellos, ni olvido ni perdón.
Las venas abiertas de América Latina nos mostraba un continente manchado de sangre. EE.UU. se encargaba de fomentar golpes de Estado sangrientos, esgrimiendo como argumento, que eran democracias débiles y corruptas. Derrocaron a Salvador Allende en Chile y pusieron al carnicero Pinochet Ugarte. Sacaron a Omar Torrijos en Panamá. A la viuda de Perón, y en su lugar conocimos al » demonio» Jorge Rafael Videla y sus ángeles de la muerte.
Podría seguir, pero es abrir más heridas, heridas que no terminan de cerrar nunca y que nos duele el alma. Pasaron 46 años. Vivimos en una democracia corrupta y debilitada. Pasan los años, y siguen casi siempre los mismos. Si las nuevas generaciones intentan levantar la voz los «consuelan» con cargos públicos y cajas millonarias. Nos mienten diciendo que somos un país igualitario, y que la Patria es el otro. Todo chamuyo barato. Todo una berretada. Discursos para la tribuna y para la «gilada». A veces son democráticos, pero si tienen que transformarse en fachos, lo hacen. Se dicen progre, y son más que conservadores. Cada uno cuida su quinta, especialmente la de Olivos.
Y para terminar digo: Es preferible vivir en la peor de las democracias (como la actual), que en la mejor de las dictaduras.




