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Opinión

NO SOMOS RUSOS

Por Gabriel Russo.

No hace nada cuando el presidente Alberto Fernández en la cara de Putin, le dijo al presidente ruso hoy dictador, que “Argentina para Rusia era la puerta de entrada para América Latina”. Lo dijo mientras cerraba el trato con el FMI. Nada más inapropiado que ese comentario en ese lugar y mientras acordaba con el enemigo de la Federación Rusa.

De todas maneras, el presidente se pudo recuperar para sus amigos cipayos, acordó con el Fondo, ajuste y hambre mediante y todos contentos. ES decir, contento aquel que votó a Macri y viaja a Miami seguido.

Pero las desventuras de Alberto no terminaron. Siguió y sigue bancando a un canciller que apenas le da el piné para concejal. Con Máximo casi ni se habla y con Cristina lo hace vía su vocera. Quien lo llevó al gobierno, quien lo transformó en presidente cuando su máxima aspiración era una asesoría en alguna Embajada, tiene que resignar su historia por las traiciones de este buen amigo de Massa, Larreta y Morales.

Y así las cosas, el presidente le ordenó al concejal Cafiero, perdón al canciller, que votara en contra de Rusia. El país que ayudó a la Argentina en Malvinas, que siempre mantuvo alianzas con Perón y que nos cedió a un costo muy bajo una vacuna para el covid fue ninguneado por un presidente argentino no liberal.

Costaba muy poco abstenerse como lo hizo Bolsonaro. Un político proyanqui, pero con un canciller avezado. México lo imitó y Argentina votó como si el presidente fuera Macri.

Es muy difícil conservar la unidad en el Frente de Todos y más aún en la militancia. El gobierno hace todo lo posible para conducirnos a la derrota. La economía no acompaña, la justicia solo existe para la causa amarilla, y la conducción política te la debo.

Si Alberto es o no es peronista no sirve de nada. En el Peronismo nunca se preguntó de donde viene, sino ¿A dónde va?, poco claro tenemos el origen de Fernández, pero es innegable desconocer su dirección y esta es a entregar el bastón a otro dirigente de otro color político.

Por eso se entiende si Cristina no le hable, ella lo puso. Se entiende la renuncia de Máximo, lo que no se entiende es el voto contrario a Rusia, el silencio de Massa y las declaraciones de una vocera, en su momento cristinista hoy albertista. Mejor dicho, se entiende y es el poder del billete. ¿No le parece?

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